En su mensaje dominical, el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, hizo un llamado a la feligresía católica ante la Jornada por la Vida Consagrada y la Jornada Mundial del Enfermo, celebrada en los primeros días de febrero, para estar conscientes de que ninguna persona merece la condición de soledad y/o abandono. Ese problema, dijo, es una atrocidad que debe superarse antes que cualquier otra injusticia, y que solo requiere de un momento de atención y movimiento interno de compasión. En ese sentido, la Iglesia Católica se ha pronunciado siempre en contra del abandono de los grupos vulnerables, señalando que esta actitud genera graves impactos emocionales, sobre todo en adultos mayores y menores de edad, quienes atraviesan sentimientos contrapuestos, positivos y negativos como el desánimo, frustración y soledad, ya sea por injusticias o enfermedades naturales. En titular de la Diócesis dijo que “como seres humanos debemos encontrarnos con Dios porque es necesario desterrar la malicia del corazón, conf
Ninguna persona o grupo merece el abandono
En su mensaje dominical, el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, hizo un llamado a la feligresía católica ante la Jornada por la Vida Consagrada y la Jornada Mundial del Enfermo, celebrada en los primeros días de febrero, para estar conscientes de que ninguna persona merece la condición de soledad y/o abandono. Ese problema, dijo, es una atrocidad que debe superarse antes que cualquier otra injusticia, y que solo requiere de un momento de atención y movimiento interno de compasión. En ese sentido, la Iglesia Católica se ha pronunciado siempre en contra del abandono de los grupos vulnerables, señalando que esta actitud genera graves impactos emocionales, sobre todo en adultos mayores y menores de edad, quienes atraviesan sentimientos contrapuestos, positivos y negativos como el desánimo, frustración y soledad, ya sea por injusticias o enfermedades naturales. En titular de la Diócesis dijo que “como seres humanos debemos encontrarnos con Dios porque es necesario desterrar la malicia del corazón, conf