Derribar estereotipos, lucha LGBT+

Hace más de dos décadas, mientras los cineastas Julián Hernández y Roberto Fiesco intentaban levantar su ópera prima, un alto funcionario del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) les aventó una frase lapidaria: “El Instituto no tiene por qué apoyar películas de maricones”. La cinta, que titularían Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor, y que meses después ganaría en la Berlinale el Teddy Bear al cine gay, contaba la historia de un chico que, al terminar su relación con otro joven, empezaba a vagar por la Ciudad de México. “No me regodeo tanto con la frase (del funcionario), pero sí fue muy difícil hacer la película, no había dinero”, dice Julián. “Ahora, creo que ya habemos muchísimos que estamos haciendo cosas interesantes, hay gente en Guadalajara, en Monterrey”. Julián es considerado un estandarte para el cine de diversidad. Cuenta con una filmografía de ocho largometrajes, entre ellos Rabioso sol y rabioso cielo (también ganador en Berlín) y Yo soy la felicidad de est