Hotel Rwanda

Es una película cuyo visionado es absolutamente necesario. La cinta puede emocionar, impactar, indignar, sobrecoger e, incluso, aburrir, pero seguro que no deja indiferente. Uno no puede evitar, tras la proyección, sentirse en una posición incómoda de vergüenza y entristece a la vez. Hotel Rwanda nos recuerda que fuimos nosotros, ciudadanos pasivos, los que no hicimos nada ante uno de los genocidios más grandes que recuerda la humanidad. Como sucede en todos los ámbitos de la vida, también existen conflictos mediáticos que son capaces de centrar nuestra atención. Y es que, ¿qué nos puede importar a nosotros una guerra en un lugar remoto de África en el que, además, ni siquiera podemos culpabilizar a los Estados Unidos? En este sentido, la cinta se muestra como un espejo deformado en nuestra realidad: detrás nosotros permanecemos cómodamente sentados en la paz de nuestros hogares, un hombre como Paul Rusesabagina es capaz de hacer llegar su propia vida por salvar a unos conciudadanos. El irlandés Terry George