Silvestre Revueltas, al descubierto

Desde un extremo de la mesa, la actriz Rosaura Revueltas le muestra la portada de las obras juveniles de su hermano, Silvestre, al compositor e investigador Luis Jaime Cortez Méndez. Antes, ella escoge los papeles y solo así, a la distancia, sin tocarlos ni analizarlos, permite el contacto con este legado. Un legado en el que se ocultaron, durante mucho tiempo, ciertas claves de la precocidad e identidad artística de uno de los compositores más grandes, no solo de México, sino del continente. “¿Ya las vio? ¿Qué más?”, le pregunta. Están en la casa de Rosaura en Cuernavaca y el año, quizá, es 1994 o 1995. “Fue el primer encuentro con estas obras. Tuve que consolarme con eso porque ya era un avance”, cuenta el investigador. Pero esta anécdota curiosa, que sirve para rastrear los primeros pasos de Revueltas, es el origen de un proyecto, especie de deuda histórica que se tenía, y hoy se salda, con el compositor: primero, la edición integral de su obra; segundo, la divulgación de sus trabajos tempranos, cuya graba