Smiley

Aborda el amor desde otro ángulo, con personajes pintorescos y con parejas de segunda y tercera línea del relato que seguramente dejan al espectador con ganas de más pantalla. Apoyada en imagen con emoticones y señales muy reconocibles de las redes sociales, Smiley se enmarca en los cuentos de los tiempos modernos. Pero, curiosamente, Alex, el personaje central que encarna Cuevas, elige un teléfono fijo, con cable y todo, para dejar un mensaje. Un mensaje despechado en un celular equivocado. Cree que le habla al muchacho que lo plantó, pero por caprichos del guión terminó deshojando su pena en la casilla de Bruno, un arquitecto más formal que él, pero también gay. Y sin pareja a la vista. A partir de esa confusión nace uno de los amores de la serie que está en el top ten de la plataforma en su semana estreno. En los primeros dos episodios, la serie se muerde la cola, empecinada en ciertos tópicos, y esa fijación amenaza con quedarse anclada ahí todo el tiempo, pero con el correr de los episodios aparecen otra