El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reconoció el papel de las comunidades indígenas en la mitigación del cambio climático ya que, además de habitar y depender directamente de los bosques, buscan alternativas de desarrollo económico que mitiguen estos cambios.
Por tanto, les resulta esencial garantizar su acceso a ingresos económicos estables para que puedan continuar protegiendo sus territorios, desde sus actividades productivas.
Unión
Leonardo Pérez, presidente de la Unión de Comunidades Indígenas “Las dos culturas el Cerro de la Cachimba”, organización que asocia a nueve comunidades indígenas de Cintalapa, consideró que la unión de voces y esfuerzos es una estrategia para mejorar su economía.
Las actividades principales de la Unión Cerro de la Cachimba se centran en el manejo forestal comunitario y en la producción de maíz, café y cacahuate; desde 2023 llevan a cabo junto a la organización Cecropia, como socio local implementador, la iniciativa Biofábrica en la Selva Zoque, con el apoyo de Mecanismo de Cooperación para la Conservación y el Desarrollo Sustentable de los Paisajes del Sur-Sureste de México.2
A partir del Programa de Acción ante el Cambio Climático del Gobierno del Estado de Chiapas, se identificó la Selva Zoque como una región vulnerable al cambio climático y la deforestación. Por eso, la iniciativa plantea establecer y operar una biofábrica que produzca, abastezca y comercialice bioinsumos derivados de residuos forestales y agropecuarios que hoy son considerados como desperdicios, para fortalecer la resiliencia de los medios de vida y de los ecosistemas de las comunidades en Cintalapa.
Modelo de negocio
La iniciativa también busca gestionar un modelo de negocio con enfoque social, ambiental y de gobernanza corporativa y social (ESG), así como fortalecer las capacidades técnicas y empresariales del grupo que la opere.
“Las biofábricas juegan un papel crucial en la promoción del desarrollo sostenible en las comunidades al ofrecer soluciones innovadoras y ecológicas para la producción agrícola y forestal” expresó el PNUD.
También contribuyen a una agricultura más resiliente al clima ya que reducen el uso de agroquímicos, lo que contribuye a mantener la salud del suelo y la biodiversidad al tiempo que aumentan la productividad y la resiliencia de los cultivos. Por otro lado, fomentan la creación de empleo y el desarrollo económico local, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles que benefician tanto a las comunidades como al medio ambiente.
Ubicación
Esta biofrábrica en construcción se ubica en el aserradero forestal de la comunidad Monte Sinaí II, que forma parte de la Unión Cerro de la Cachimba y que desde el 2014 cambió sus prácticas agrícolas y ganaderas por forestales en más de 100 mil hectáreas de la región.
Además, en el marco de la iniciativa se han establecido parcelas demostrativas con sistemas de producción relevantes para la alimentación y economía de la zona para evaluar y promover la efectividad de los abonos y productos biológicos que se generarán en la biofábrica, así como el efecto que tiene la fertilización ecológica en comparación con la fertilización convencional.
Este mecanismo busca generar alianzas para escalar el impacto de las actividades de conservación y desarrollo sustentable en la región.