En México se desechan aproximadamente 280 mil toneladas anuales de plátano, que podrían transformarse en una variedad de productos valiosos como harina, papel biodegradable y biocombustibles, contribuyendo así a la economía circular y al desarrollo sostenible.
Este principio forma parte de la bioeconomía agrícola, que ofrece soluciones innovadoras para aprovechar al máximo los recursos del campo, incluso aquellos considerados desechos.
Reducción de desperdicios
Uno de los aspectos críticos de la bioeconomía agrícola es la reducción del desperdicio de alimentos. En México, como en muchos países, toneladas de productos agrícolas se desperdician anualmente debido a estándares estéticos o de precio.
Esta pérdida no sólo impacta negativamente en la economía y el medio ambiente, sino que también representa una oportunidad desaprovechada para generar ingresos y alimentar a más personas.
Ante la importancia de generar alternativas de desarrollo económico en el sector rural, es que surge la bioeconomía agrícola, un enfoque que promueve la eficiencia en el uso de recursos naturales e impulsa el desarrollo económico y social de las comunidades rurales.
Representa la transición hacia una economía basada en el conocimiento biológico, donde se maximiza la utilización de recursos naturales sin comprometer su capacidad de regeneración.
Plan
La Estrategia Sectorial de Bioeconomía Agrícola (ESBAM), promovida por el gobierno de México, se enfoca en varios pilares fundamentales: transformación hacia sistemas circulares y sostenibles; reducción de residuos y uso eficiente de recursos naturales; uso integral de materiales biológicos en la producción agrícola; incorporación de tecnología para mejorar procesos y productos.
Así como biocombustibles, biogás, utilización de residuos biológicos y desechos agrícolas, textiles derivados de celulosa que reemplazan el uso de plásticos derivados de petróleo, polímeros en base a semillas de aguacate, bioetanol y biotecnología agrícola.
La adopción de principios bioeconómicos en la agricultura es una oportunidad para mejorar la rentabilidad y la competitividad de los productores, además de promover prácticas sostenibles.