Con gran fervor religioso, habitantes del popular barrio San Ramón de San Cristóbal de Las Casas, celebra este día a su santo patrono: San Ramón Nonato, patrono de las “parteras”, así como de los cautivos y de los niños con problemas en el habla.

Las actividades comenzaron desde este viernes con el tradicional desfile de carros alegóricos, así como diversos grupos de disfrazados, entre ellos los tradicionales “panzudos”.

El desfile, que se realizó por las principales calles de la ciudad, partió del barrio e iba acompañado de música de banda y batucada, con mucho colorido y fervor religioso.

El barrio San Ramón Nonato, por su ubicación, fue víctima permanente desde su fundación de grandes inundaciones y le corresponde en justicia una parte de la historia y las leyendas del “Puente Blanco”.

Los terrenos donde se ubica el barrio fueron donados por Ramón Larráinzar; sus moradores siempre se caracterizaron por su habilidad en trabajar la cerámica, la alfarería y el curtido de pieles.

La iglesia fue edificada en el siglo XIX. Su altar mayor se encuentra tallado en madera, con tres imágenes y en el centro la de San Ramón Nonato, imagen que es muy visitada por sus devotos de esta ciudad y otras localidades.

Manuel Burguete Estrada, quien fuera cronista adjunto de esta ciudad, afirma que durante la época colonial no se encuentran muchos datos sobre lo que ahora se conoce como el barrio San Ramón.

En algunos viejos folios se dice que esta zona formaba parte del barrio de La Merced y que sus límites se prolongaban hasta el pequeño poblado de San Felipe Ecatepec, por el poniente, y “La Milpoleta”, “Saclamantón” y “La Portañuela” por el noreste.

Los terrenos del barrio San Ramón, por estar en una zona baja, fueron víctimas permanentes de inundaciones, las cuales sucedieron en los años de 1785, 1864, 1868, 1921, 1932 y la última en 1973.

Precisa que un viejo mapa de la mapoteca Orozco y Berra, que obra en su poder y analizando bien el papel se puede observar que, aunque ya existía el “Puente Blanco”, apenas si se notan dos pequeñas filas de casas y un molino muy al norte de Zepeda y de la señora Gutiérrez. La calle principal se llamaba del Río Grande.