Parte importante de la celebración del Día de Muertos es colocar en el altar las ofrendas, que son todos aquellos platillos y bebidas que nuestros difuntos más disfrutaban en vida, porque se cree que sus almas vendrán a comer mientras sean recordados.
Tener un altar en casa es una tradición para las familias católicas desde hace cientos de años, sin embargo, desde la época prehispánica ya se destinaba un espacio para colocar ofrendas en sus celebraciones y rituales, muchos antes que existiera el Día de Muertos.
Fanny López Jiménez, arqueóloga chiapaneca y docente de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), comenta que desde la época prehispánica los altares se incluían dentro de las unidades domésticas o de los conjuntos habitacionales.
Desde ese momento ya había una organización de las estructuras arquitectónicas para separar el área ceremonial del conjunto habitacional, como espacio sagrado, esto podría considerarse el antecedente de los altares; según las excavaciones que han hecho.
De ahí parte la costumbre de tener un espacio dentro de la vivienda para un altar, de la dimensión que sea, algo que hoy día mantienen todavía las familias tradicionales o de la religión católica, dedicado a diversos santos y, por supuesto, para sus familiares difuntos.
Comentó que, en la época prehispánica, los altares se usaban para sus ceremonias y rituales a lo largo del año, no solo para recordar a sus muertos, sino para peticiones de buena cosecha, buen clima, nacimiento de los hijos, entre otras.
Hay que tener en cuenta que en ese entonces, no había un panteón como se conoce hoy día, a donde pudieran dejar flores; en las familias de élite, los difuntos se enterraban en sus terrenos, alado o cerca de su altar, por eso se llamaban ciudades panteón.
Representación de la muerte
Indicó que, en esa época, la muerte representaba la trascendencia a otros planos, se tomaba como el fin de la vida en la tierra y se pensaba que se pasaba a otra dimensión, que el alma se regeneraba y la existencia no terminaba.
La muerte es algo muy importante porque va permitir que a través de esta cosmovisión con la dualidad de la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, se trascienda.
Se establecía esta dicotomía entre la vida y la muerte y, además, se hacía acompañar por todos los principios anímicos como almas y espíritus que trascienden a otro plano.
El concepto de “altar de muertos” es algo contemporáneo, pero realmente el honrar y ofrendar a los difuntos siempre se ha hecho, como ya se dijo, a través del altar, con los alimentos que más gustaban en vida.
Realmente se adoptó porque hay muchas personas que no son religiosas y que no tienen altar, pero solo lo hacen para esta celebración.
Tamales
Los tamales han formado parte de la gastronomía mexicana desde hace miles de años, modificándose los ingredientes y técnicas de elaboración hasta nuestros días. Los mayas y los aztecas ya consumían y servían como ofrendas este alimento para los dioses y difuntos.
Se han representado en diferentes imágenes, murales, vasijas, códices y ollas, con los dioses; no solo en la cultura maya sino en distintas culturas de Mesoamérica; hay imágenes en códices del siglo XV donde están ofrendando o están dando tamales a la población.