Guadalupe Ruiz Gómez es una maestra jubilada de 78 años que se considera “ciudadana de pie”, pero es al mismo tiempo todo un personaje que camina por las calles de San Cristóbal pregonando que la reforma al Poder Judicial impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador era “necesarísima”.

Una vez publicada, manifestó la maestra, la reforma “es un hecho que no tiene retroceso, digan lo que digan. Mis felicitaciones amplias para el presidente que ha encabezado uno de los gobiernos que se ha caracterizado por su grado de humanidad para con la sociedad más necesitada y la reforma es uno de los hechos muy sobresaliente para que el Poder Judicial sea renovado porque los vicios que venía arrastrando eran criticables; queda para la República mexicana un antecedente de lo que un buen presidente puede hacer”.

A la defensa

En su pausado andar diario, la maestra, jubilada hace 22 años, se va encontrando y platicando con muchas personas sin ocultar su simpatía por López Obrador, a quien defiende de los “ataques” de sus adversarios.

“Lamento que Genaro García Luna esté calumniando al presidente sabiendo que él es altamente culpable de los delitos que se le imputan. ¡Que tenga vergüenza y la tengan los que lo apoyan y le han sugerido que dé una declaración calumniosa como esa!”, inquirió.

Con sus dotes de oradora, Ruiz Gómez alza la voz y llama la atención de los transeúntes, mientras concede la entrevista en la calle. Tiene el cabello blanco y usa lentes. “En la vida hay que acumular experiencias que puedan servir, porque a quienes nos ha tocado vivir desde los sexenios priístas y panistas, ¡qué barbaridad! ¡Cuánto deterioro!”, compartió.

Siempre le han interesado los temas políticos: “me la paso caminando y así me entero cuál es la opinión de muchos de los ciudadanos. Siempre voy con mi mirada analítica y crítica, y a todos los enemigos del presidente que han participado en la guerra sucia les repito que, desde el punto de vista ético profesional, no aguantan un análisis y que ya deberían de enfocarse en otro ámbito en el que tengan cabida porque, francamente, ¡están reprobados!”.