En su mensaje dominical, el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, hizo un llamado a la feligresía católica ante la Jornada por la Vida Consagrada y la Jornada Mundial del Enfermo, celebrada en los primeros días de febrero, para estar conscientes de que ninguna persona merece la condición de soledad y/o abandono.
Ese problema, dijo, es una atrocidad que debe superarse antes que cualquier otra injusticia, y que solo requiere de un momento de atención y movimiento interno de compasión.
En ese sentido, la Iglesia Católica se ha pronunciado siempre en contra del abandono de los grupos vulnerables, señalando que esta actitud genera graves impactos emocionales, sobre todo en adultos mayores y menores de edad, quienes atraviesan sentimientos contrapuestos, positivos y negativos como el desánimo, frustración y soledad, ya sea por injusticias o enfermedades naturales.
En titular de la Diócesis dijo que “como seres humanos debemos encontrarnos con Dios porque es necesario desterrar la malicia del corazón, confiando y dispuestos a vivir la fraternidad, ya que solo quien tiene un corazón puro y libre de prejuicios, maldad, malicia y malas intenciones, entra en la dinámica del reino de los cielos, que exige despojarnos de lo que predispone contra los demás”, e invitó a descubrir la obra de Dios con buenas acciones.
Evitar aislamiento
Con relación a la Jornada por la Vida Consagrada 2023, que se realizará el próximo 2 de febrero, dijo que “amar a Cristo significa amar a la Iglesia, su cuerpo, ya que la vida consagrada nace, crece y fructifica en ella”, por ello se debe evitar el aislamiento personal y el de los demás, porque esto “empobrece e impide ser la luz que ilumina la vida de quienes vivimos a su lado”.
En torno al Día Mundial del Enfermo, a celebrarse el 11 de febrero, existen dos ideas fundamentales: “el mensaje del papa Francisco señala que la enfermedad es algo común en todos, la enfermedad y la debilidad forman parte natural de nuestra existencia, que debemos entender que, cuando nos sucede, perdemos la salud”.
No obstante, “la otra idea es que no puede considerarse como una exclusión de la familia parroquial a la que pertenecemos, pues ese sufrimiento nos lleva al centro de la atención del Señor, que es padre y quien no quiere perder a ninguno de sus hijos por el camino”.
Agregó que no es fácil distinguir cuáles agresiones contra la vida y su dignidad proceden de causas naturales y cuáles provienen de la injusticia y la violencia, es decir, no hay que perder de vista la realidad del nivel de desigualdades y la prevalencia de los intereses de unos pocos, ya que afectan a todos los entornos humanos.