Derivado de la destrucción de su habitad, en Chiapas la población de pumas ha duplicado estadísticamente la de jaguar que ha reducido su presencia a zonas cupulares de cerros y pequeñas líneas de tránsito entre la Costa y la Sierra hasta donde son amenazados por ganaderos que matan más de 10 ejemplares al año de una población calculada en 300 animales en libertad.
Mediciones nacionales estiman que en todo el país podría haber entre tres mil 800 y cuatro mil jaguares en libertad, mientras que en zoológicos y espacios particulares se podrían tener otros dos mil animales, sin embargo, se carece de un plan funcional de conservación, censos, reproducción y repoblación.
En este sentido Chiapas, no tiene un mapeo general por lo que el número de jaguares calculado en 300 podría tener variantes toda vez que se cuenta con trabajos de censo solamente en algunas regiones, es el caso de la Sierra Madre, Reserva de la Sepultura, El Triunfo y Selva Lacandona, pero no se tienen estadísticas en regiones vitales como El Ocote, Chimalapas y pocos datos en la Costa, explicó el biólogo Epigmenio Cruz, integrante de la Alianza Nacional del Jaguar.
El también curador de mamíferos del Zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZooMAT) expuso que, ante el alarmante escenario de deforestación, cacería, depredación de ecosistemas, expertos, académicos e investigadores integrados en la Alianza Nacional del Jaguar trabajan en un ambicioso plan de rescate y repoblación del felino.
Los estudios actuales alarmaron que la presión y desplazamiento que existe en la especie es muy fuerte; los rancheros culpan de la depredación doméstica a los jaguares, además existe poca regulación de la ganadería y una indiscriminada deforestación que ha llevado a los jaguares seguir su instinto y habitar solamente partes altas de cerros y zonas serranas.
En contraparte, la población de pumas ha sido más resistente al desplazamiento, además de habitar prácticamente en todas las regiones de Chiapas desde zonas semiurbanas hasta regiones aisladas, aunque por fortuna no compiten como especie con el Jaguar.
Derivado de la complejidad del rescate y análisis de las condiciones del jaguar, existen diversos antecedentes históricos de luchas por su rescate, uno de los recientes es en 2005 cuando la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) junto a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) crearon los comités técnicos consultivos por especies, los cuales lamentablemente dejaron de funcionar, sin embargo, la asociación de expertos en torno al Jaguar, sobrevivió y creo La Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar.
Este grupo de trabajo inició acciones primeramente con la creación de un censo nacional, así como la reducción de riesgos para la especie, destacando el apoyo para que la Confederación Ganadera multiplique sus Seguros contra ataques del Jaguar con lo que se reduciría la muerte “vengativa” contra el felino.
Pero quizás el plan más relevante es la creación de una Plan Nacional de Rescate preproducción y reintroducción del jaguar a zonas idóneas.
Actualmente la Alianza trabaja en 22 estados donde se tiene un programa de investigación y reproducción del jaguar que incluye la creación de Centros para la Rehabilitación. El proyecto prevé construir cinco espacios de rehabilitación en México, uno de ellos en Chiapas. El primero ya está trabajando en Oaxaca.
Lamentablemente en Chiapas no se ha logrado crear el Centro Estatal de Rehabilitación del Jaguar por falta de recursos del Gobierno Federal.
El plan contempla también el rescate genético además de los animales, destacando los de Chiapas integrados a la región de Mesoamérica. Es por eso que el Plan Nacional ha priorizado la reproducción de jaguares amarillos, por encima de los negros que solamente tiene utilidad didáctica y de recreo.
Actualmente, en Oaxaca, el proyecto trabaja con los dos primeros cachorros que fueron rescatados y se aislaron del contacto humano en una reserva donde cazan por cuenta propia y se busca romper la cadena de dependencia al humano.
Así pues, el jaguar, felino representativo de Chiapas no solo por su belleza y presencia sino por ser un elemento simbólico de la cultura precolombina, está en riesgo si el Estado no fortalece las acciones ambientales para su conservación.