Jorge García Santiago, ingeniero agrónomo miembro del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), comentó que desde hace algunos años técnicos e investigadores promueven la agricultura de conservación entre productores chiapanecos, con el fin de revertir la degradación de los suelos que existe en varias regiones.
Explicó que este modelo debe tener un enfoque integral para la salud del suelo, con tres ejes: fertilidad física, química y biológica, lo que engloba el mínimo movimiento de los suelos, retención adecuada de rastrojo en la superficie y diversificación económicamente viable de rotación de cultivos. Todo ello con beneficios económicos perceptibles.
Se deben desarrollar tecnologías de manejo de cultivos específicos y adecuados para cada sistema de producción. Estos deben enfocarse en diversas tareas relacionadas como un adecuado manejo de residuos, de plagas, de fertilizantes, de irrigación, uso maquinaria adecuada, de cultivos adecuados y control de arvenses.
Enfatizó que la productividad de uno o varios cultivos no depende solo del suelo, sino también del manejo de todo el sistema de producción, ya que por muy bien hecho que esté, si el suelo está degradado será cada vez más necesario incrementar el uso de insumos como el fertilizante, encareciendo la productividad.
Explicó que un suelo con buena estructura permite mayor captación de agua, mayor flujo de aire, actividad biológica del suelo para macros y microorganismos, permitiendo un mayor desarrollo de raíces y plantas; todo eso se fortalece con el rastrojo y el mínimo movimiento.
Acciones como el labrado intensivo, el movimiento del suelo y sobre todo la quema, endurecen los suelos y los erosionan, degradándose conforme pasa el tiempo, comenzando a perder su estructura y por ende la productividad.