Talabartería: arte,oficio y entrega

Desde muy joven, Daniel Pérez Ramirez comenzó a trabajar, sin embargo, hace 25 años un viaje que hizo a Guanajuato fue el punto de partida para el comienzo de un oficio al que se entregaría por completo: la talabartería y el diseño en el calzado.

Tras su regreso a Tuxtla decidió poner su negocio –de lo pocos que hay– un pequeño espacio ubicado en quinta sur, entre cuarta y quinta oriente, que en la actualidad trascendió a ser familiar dedicado a la fabricación y renovadora de calzado, así como a la elaboración de otros artículos como botas vaqueras, cinturones, zapatos mocasines y hasta fundas de celulares.

Durante este cuarto de siglo se ha dedicado a trabajar con piel de avestruz, cocodrilo, vacuno y otras que son consideradas exóticas, todas con el debido permiso y legalidad pues de lo contrario no lo haría, señaló.

El proceso para elaborar un calzado inicia analizando la textura y forma de la piel, pues es acá donde se busca la manera adecuada de aprovechar el material y que no se desperdicie nada, una vez hecho los cortes se pasan a los moldes y otras máquinas que darán forma a un nuevo calzado.

Para entregar un pedido se puede tardar hasta tres días dependiendo de la complejidad del calzado y la carga del trabajo.

El precio puede variar dependiendo del diseño y el material “el precio más barato que tengo es de cuatro mil 500 a comparación de las empresas que te lo pueden vender de ocho mil hasta 10 mil pesos un diseño”, señaló.

“En la entidad este trabajo no es tan común verlo, son pocas las personas que se dedican a la talabartería, en comparación del centro y el norte donde se sigue trabajando la elaboración artesanal de materiales de piel”, puntualizó.

En el marco del mes de la patria, septiembre, reconozcamos uno de estos oficios muy arraigados en la cultura mexicana.