Desde la Tribuna

Sobre Rayados, Rayos y juveniles, Para los que querían una final de Concacaf entre América y Miami o los regios… pues nos tendremos que chutar un Pachuca-Columbus. Hablemos de eso y de lo que nos ha dejado el “play-in”.

El equipo más pecho frío

No me gusta usar ese término, ya que ahora se usa a todo el que queda eliminado de algo (o sea la enorme mayoría), pero es que no hay mejor forma de describir a estos Rayados. Constantemente tienen a la mejor plantilla del continente, cerrando en casa y hasta con ventaja en el marcador, y ya es costumbre que se queden en la orilla. Ahora, con un DT especialista en “pecheadas”, no pueden quitarse la etiqueta.

Solo tenían que ganar 1-0 y estaban en la final, y ese gol lo consiguieron desde temprano. El campeón de la MLS no se halló en toda la primera parte, y tuvo que venir un regalote de Andrada para que revivieran.

Al minuto 45 Rayados estaba en la final; al minuto 49 ya necesitaban tres goles. No solo no estuvieron ni cerca en la segunda mitad, sino que terminaron humillados y hasta casi goleados, de no ser por el penal que Andrada atajó (y que él mismo provocó de forma estúpida).

Se burlaron de Tigres por ser eliminados ante este mismo equipo, pese a que empataron ambos y cayeron en penales, mientras ellos perdieron ambos y se quedaron a cuatro goles de avanzar. Esta solo se suma a todas aquellas ante Tigres, más la final ante Pachuca y hasta la de San Luis hace seis meses: en todas las ocasiones terminaron llorando en el Gigante de Acero. Y al “Tano”, quien o gana la liga o se queda sin chamba, también hay que sumarle las semifinales desperdiciadas con América.

Un fracaso total, una pecheada monumental y, a la vez, algo bastante usual.

La fortuna es Auriazul

No solo es que Pumas tuvo la suerte de evitar a un Pachuca con todo su poder (el cual ya sufrió el América), sino que hasta los infames vectores gritaron Goya.

Los Tuzos salieron con una plantilla que aún no tiene licencia para conducir (y el “Chaka” Rodríguez, de los pocos sobrevivientes de Jaguares), metiendo la artillería pesada (Rondón, Idrissi, Deossa) en el complemento, y aun así mereció avanzar.

Hay algo que me hierve la sangre. El venezolano Rondón, cocampeón de goleo, anotó no una sino dos veces en tiempo agregado para darle el pase a Pachuca, y en ambas terminó sin subir al marcador por fuera de juego. La cuestión es que en ambas se tardaron más de cinco minutos en descifrar con microscopio si su agujeta estaba adelantada. Mi opinión es, si te toma tanto tiempo y tantas tomas definir si un jugador tomó ventaja de su posición, ¡entonces no es fuera de lugar! Además, en ningún momento quedó claro si estaba o no adelantado, y el VAR terminó acuchillando a los locales.

Saltarán los pumistas a decir que Nathan Silva no debió ser expulsado (en lo cual no concuerdo, ya que un codazo a la cara, por más leve que sea, en esta era del VAR siempre será roja) y que el “Chaka” sí (en lo cual sí concuerdo, fue una plancha artera), pero no pueden negar que toda la suerte antes y durante el juego estuvo de su lado.

Julio González fue el héroe en el encuentro y en los penales, y tal como el torneo pasado, pese a navegar en la mediocridad la UNAM le metió galleta al final y está en Liguilla.

Pachuca, ahora, deberá jugar su tercer partido de la semana, mañana domingo, a matar o morir frente a Necaxa. La buena, si ganan, es que volverán a ver a su cliente favorito.

Un aplauso

Hay que destacar lo mucho que Rayos y Gallos mejoraron este semestre. Sin cambiar mucho de plantilla ambos superaron por mucho su terrible semestre anterior. El mérito, sobre todo, es de Fentanes y Gerk, respectivamente, quienes sacaron agua de las piedras y confiaron en varios canteranos. Nos hubiera gustado ver al joven Tapia sobre el tuxtleco Allison, pero hay poco que reclamarle a estos equipos que al menos fueron competitivos.

La Liguilla está quedando preciosa, y la próxima semana hablaremos a detalle de cada duelo de cuartos de final.

¡Hasta la próxima!

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