Llaves, patadas voladoras y algunos lances desde la tercera cuerda son parte del repertorio de Toxic Woman, luchadora profesional que combina su pasión por subir al ring con el amor y dedicación a sus tres pequeñas hijas: Luna Micaela, María Belén y Erlinda Isabel.
La mamá enmascarada comparte con “Cuarto Poder” la dulzura y paciencia que procura hacia sus niñas —de 3, 6 y 7 años—, con quienes convive alegremente aprovechando que tiene un negocio en casa, el cual atiende entre semana, algo que contrasta con la rudeza con la que enfrenta a sus oponentes en las carteleras del Deportivo Roma.
Toxic Woman, ¿cómo empezaste en la Lucha Libre?
Primero mi mamá me mostró el deporte, y ya a las primeras funciones que hubo aquí donde vivimos (Ocozocoautla) me empezó a llevar.
¿Cuánto tiempo llevas en este ambiente?
Empecé hace 12 años a entrenar, pero llevo dos años luchando profesionalmente. De hecho, como vivo en Coita, igual por la escuela no podía ir muy seguido a entrenar, no estaba muy constante, pero por lo menos trataba de ir una vez a la semana (a Tuxtla Gutiérrez). Me alejé como cuatro años por mis hijas, y antes de tener a la tercera empecé a luchar como amateur y fue cuando empezó la pandemia. Estuve sin entrenar y ya cuando volví obtuve la licencia y debuté en el 2022.
¿Qué es lo que más te gusta de la Lucha Libre?
Que conoces personas, que tienes contacto con el público, con los niños, llegas a ser una imagen que admiran.
¿Alguna vez te has lesionado luchando?
Cuando empecé a entrenar sí me lastimé la cadera y es una lesión que todavía me causa molestias. Y de ahí, lesiones leves del hombro o el tobillo, pero nada grave.
¿Cómo elegiste tu nombre luchístico?
Empecé como Danger Woman, pero todavía era amateur con ese nombre y no tenía licencia. Ya cuando iba a subir al (Deportivo) Roma me pidieron que cambiara mi nombre para que fuera algo como que más pegajoso, que pudieran corear, y busqué algo que se refiriera a mí y quise Toxic (Woman), por lo “tóxica” (ríe).
¿Cómo es para ti la experiencia de subir al ring?
Primero son los nervios y ya luego se quitan, ves a toda la gente y te concentras en dar un buen espectáculo, que guste, y en la reacción de la gente te das cuenta si está siendo una buena lucha.
¿Cuáles han sido tus mayores satisfacciones como luchadora hasta ahora?
Considero que el salir de Chiapas a luchar a otros estados. Gracias a que han visto mi trabajo me han llamado a otras partes.
¿Ya hay más aceptación para las mujeres luchadoras o no les dan tanto protagonismo?
Aquí en Tuxtla (Gutiérrez), en Chiapas, siento que no nos dan tanta relevancia. Me imagino que es porque no hay tantas (luchadoras), creo que solo somos tres activas ahorita. Pero entre compañeros siento que no hay discriminación; es más, hasta nos apoyan para que hagamos las cosas.
¿Cómo haces para combinar la faceta de luchadora con la de madre? ¿Qué dicen tus hijas al verte?
Por una parte les gusta, se la pasan en casa luchando, según ellas, entre las tres. Por otra parte, cuando me toca salir seguido ya no les gusta porque ya no paso mucho tiempo con ellas.
¿Te gustaría que alguna de tus hijas fuera luchadora?
No. Si ya más adelante me lo dijeran, las apoyaría, pero no me gustaría. Y, no sé, la verdad, a veces pienso que es mejor si las alejo un poco de este deporte y más adelante el tiempo dirá.
Tú como mamá luchadora, ¿qué mensaje les mandarías a las madres en su día?
Pues que no se rindan, que a pesar de ver muy difícil las cosas y todos los problemas, siempre como mamás y mujeres salimos adelante de todo.