Los muros de la plaza Leona Vicario, en la Secretaría de Gobernación, cuentan la historia de México, desde la llegada de Cristóbal Colón hasta el asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pasando por el Bitcoin, los transgénicos, mezclados con los dioses prehispánicos y la lucha feminista actual.
Se trata del conjunto “El regreso de los dioses”, realizados en estuco esgrafiado por el artista Ariosto Otero. En el lobby también se encuentran dos murales realizados en acrílico sobre madera de triplay. Nido de serpientes es el primero, ubicado en la entrada de la Secretaría y es un retrato actual de la política del país, donde los medios de comunicación denuncian la corrupción y los niños fungen como “jueces definitivos” de la historia.
Los fantasmas del neoliberalismo, ubicado justo frente al primero, aborda la pandemia de covid-19, homenajea a las artes a través de la figura de Óscar Chávez y presenta a los partidos políticos y cómo “anteponen” sus intereses. Los dioses, Los tlaloques, El regreso de los dioses y Democracia, derechos humanos y justicia social son las obras que se encuentran en la explanada.
Pese a tratarse de un evento celebratorio, Otero inició su discurso de inauguración con una serie de lamentos porque el muralismo, pese a ser uno de los movimientos artísticos más importantes en el país, no ha sido apreciado. “Lamento mucho que no haya podido venir el señor presidente. Quería contarle que el muralismo mexicano es el arte monumental de México para la humanidad, es la gran película fija, la gran escenografía, la gran epopeya”, dijo en su discurso.
El creador también señaló que “las autoridades culturales de los últimos 50 años y hasta hoy mismo, que rige la licenciada Frausto, lo único que se ha visto es desprecio por el muralismo y han querido llevarlo al grafiti y al arte urbano”.
Ariosto Otero ha insistido en diversas ocasiones en hacer una distinción entre el paredismo (pinturas en los muros realizadas por artistas callejeros) y el muralismo. En tercer lugar, lamentó que aun con la “salida” del neoliberalismo y el ingreso “hacia una nueva era de bienestar social”, persista el “menosprecio” hacia el arte. “El resto lo voy a poner verdaderamente en un muro de lamentos, porque es mucho lo que tengo que lamentar”, concluyó.
Como reflexión sobre el viaje histórico que hacen sus creaciones, el artista señaló que “el odio y el rencor social nos está destruyendo”, y que este tipo de mensajes los puede decir con total libertad a través del muralismo.