El arte urbano tiene una fuerte presencia en todas las ciudades del país. Desde obras que son realizadas de forma espontánea, independiente y clandestina, hasta las que tienen aval institucional y patrocinio, esta expresión plástica reinventa el espacio constantemente. Probablemente su formato más extendido es el del mural, aprovechando las calles de cada colonia o barrio.
Sin duda, el tema predominante de estas grandes obras son las que evocan y reinventan el pasado prehispánico de México, generando una verdadera corriente que bien puede llamarse Muralismo de dioses prehispánicos. Adentrémonos en las raíces de esta vanguardia popular.
La constante del imaginario prehispánico
Desde la independencia de México y su consolidación como estado-nación durante el siglo XIX, el imaginario del pasado prehispánico ha estado presente entre diferentes sectores del país, sobre todo como elemento de poder. Esto se debía sobre todo, a la necesidad del joven estado de forjar una identidad y por ende, de crear un pasado mítico que lo legitimara y que diera cohesión a su población.
Si bien, mucha de esta imaginería y simbolismo pasó a través de una evocación neoclásica de los mexicas y otros pueblos mesoamericanos, no sería hasta la Revolución que lo prehispánico tomaría una presencia relevante en toda la sociedad, especialmente entre los sectores populares que lo tomaron como signo de arraigo nacional.
Esto se debió sobre todo al indigenismo, movimiento que pretendió reivindicar a los pueblos indígenas de México, empezando por aquellos del pasado. Su auge se vivió en el muralismo mexicano, en el interés por sitios arqueológicos mesoamericanos, así como en diferentes proyectos de investigación antropológica y programas educativos para las comunidades originarias del país.
El Neomexicanismo
El empuje definitivo de la constante del imaginario popular sobre el pasado prehispánico lo daría el Neomexicanismo. Este fue un movimiento artístico y cultural. Se manifestó sobre todo a través de la pintura figurativa, en la década de los ochenta. Se retomaron símbolos folklóricos de la sociedad mexicana como la Virgen de Guadalupe, la lucha libre, entre otros. Uno de los elementos que con mayor fuerza fueron recogidos en diferentes obras, fue la alusión al mundo mesoamericano.
Sus principales exponentes fueron los artistas Germán Venegas, Julio Galán, Eloy Tarcisio, Javier de la Garza y Nahum B. Zenil. Por otra parte, dicha corriente tuvo una exposición masiva y popular a través del arte conceptual de discos y los trabajos musicales de bandas como Caifanes, El Tri y Las Ultrasónicas.
Muralismo de dioses prehispánicos
Es así que todo este conjunto de expresiones artísticas, pictóricas y musicales, generaron una estrecha vinculación de la sociedad mexicana con el pasado prehispánico (particularmente con los mexicas), como símbolo de origen e identidad. En la actualidad, el internet y los “memes” han reforzado esta asociación, con tendencias como las del dios Tláloc y las lluvias que azotan al país.
Como consecuencia, el arraigo popular del sentido de identidad se ha posicionado en esa construcción sobre el pasado prehispánico. En diversos barrios, surgieron murales de artistas urbanos que emplearon elementos de la plástica mesoamericana, e inclusive a los dioses antiguos, para expresar el origen de sus comunidades desde aquél ancestral mundo. Es lo que ahora llamamos “muralismo de dioses prehispánicos”.