El problema de los 3 cuerpos

Después el éxito rotundo de Game of Thrones, David Benioff y D.B. Weiss cerraron un trato con Netflix para crear una serie de programas nuevos. Uniendo fuerzas con Alexander Woo (productor de True Blood), hicieron equipo como showrunners de la última gran propuesta de ciencia ficción para la plataforma de streaming.

La historia está basada en la trilogía El problema de los tres cuerpos del escritor Liu Cixin. Y aunque ha sido descrita como una adaptación que se queda corta, existen varios críticos que recomiendan ver la serie para adentrarte en la historia y más adelante expandir el conocimiento de este universo con los libros.

La trama sigue a un grupo de científicos jóvenes y muy brillantes, cada cual con un proyecto bastante impresionante. Sin embargo, sucesos extraños como la aparición de un videojuego muy realista y las extrañas visiones, obligan a los personajes a buscar respuestas. Mientras tanto, gracias a saltos temporales conocemos el pasado de un contacto alienígena que se podría convertir en una invasión.

La serie de ocho partes zigzaguea entre líneas de tiempo y reinos, fundamentando ideas esotéricas en un drama épico. El episodio de apertura alterna entre Pekín de 1966 y Londres de 2024. En el flashback de la Revolución Cultural, la joven científica Ye Wenjie (Zine Tseng) ve cómo su padre físico es golpeado hasta la muerte públicamente en una purga antiintelectual. Su rabia hacia la humanidad crece en los años siguientes mientras observa la destrucción ambiental causada por el gobierno chino, y toma una decisión que tendrá graves consecuencias —incluso podríamos decir intergalácticas—.

En la línea de tiempo actual, los aceleradores de partículas del mundo han comenzado a arrojar resultados completamente fuera de lo común con todo lo que sabemos sobre las leyes del universo, y una oleada de científicos de todo el mundo se ha suicidado. Uno de ellos es la hija de Ye, la querida mentora de un grupo de graduados de Oxford que se reúnen en su funeral. Allí están los brillantes físicos Jin (Jess Hong) y Saul (Jovan Adepo), la empresaria de nanofibras Auggie (Eiza González), el maestro de escuela Will (Alex Sharp) y el multimillonario de la comida rápida Jack (John Bradley).

La ciencia ficción potenciada

Esta serie tiene un poco de videojuegos, alienígenas, matemáticas, astronomía, sectas, romance, fascismo y cosas muy raras que suben su intensidad episodio a episodio. Y este es su principal problema.

Al inicio, atrapa con una premisa que parece ser más sencilla de lo que en realidad es. Pero las diferentes tangentes narrativas convierten a esto en una bomba de fantasía que a veces es difícil de seguir.

También el desarrollo de personajes hacen saltos entre línea narrativas, quitando y poniendo el enfoque en los diferentes protagonistas. El problema, es que los personajes o tropos científicos que prometen mucho, terminan perdiendo importancia o tomando decisiones que no tienen mucho sentido en un intento por seguir en la historia.

Más allá de la ficción

Lo más disfrutable de esta serie son los argumentos éticos. Sabemos que en toda historia de ciencia ficción hay un dilema moral al que se deben de enfrentar los personajes principales. ¿Es la investigación científica o los avances tecnológicos justificables cuando destruyen vidas? ¿Vale la pena poner vidas en riesgo para buscar evidencia científica? ¿Después de tanta destrucción a nuestro planeta, la humanidad merece ser perdonada? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar para defender nuestro planeta?

En ese sentido, aunque no es perfecta, es muy interesante. Y sí nos deja deseando saber más en la próxima temporada (aún sin confirmar). En cuanto a la calidad en los valores de producción, esta es una serie con un costo de 20 millones de dólares por episodio, y se nota. Para que puedas comparar, ese también es el costo de los episodios de House of the Dragon. Las actuaciones y los efectos especiales serán suficientemente satisfactorios para el público exigente.

Más impactante que humana

Una serie como El problema de los 3 cuerpos no puede simplemente hablar mucho, tiene que verse épica. Esta no decepciona en el departamento de grandeza visual. Las escenas de realidad virtual son particularmente espectaculares; una y otra vez, los equipos de producción construyen mundos épicos solo para destruirlos. Todavía no puedo sacarme de la cabeza una imagen, de cuerpos desecados que se rehidratan y vuelven a la vida en masa. Un episodio posterior en la temporada gira en torno a una escena impactante en un buque petrolero que está a la altura de algunas de las secuencias de acción más impactantes de Game of Thrones.

Pero este espectáculo es un proyecto de ideas, y nunca pude sacudirme del todo la aureola de abstracción que hay en su núcleo. Los escritores hacen todo lo posible para equilibrar esa frialdad con momentos de calidez humana y drama personal entre los amigos de Oxford. Sin embargo, no esperes creaciones ingeniosas y feroces que rivalicen con Tyrion Lannister o Arya Stark.

En su lugar, nos encontramos con personajes nerds y curiosos con amores no correspondidos, luchas profesionales, hábitos relacionados con la marihuana o problemas de salud. Algunos son más creíbles como genios que otros, pero avanzan a escala humana para recordarnos por qué deberíamos preocuparnos por el destino de la Tierra.

La lucha de los primitivos terrícolas por implementar planes para evitar el inminente desastre —o incluso para aceptar que se trata de un desastre— hace referencia a nuestra reacción del mundo real al cambio climático. El problema de los 3 cuerpos entreteje dilemas filosóficos en un relato de ciencia ficción impulsado con tal audacia que no me importa que no siempre lo logre. Al menos apunta a las estrellas.