El secreto del río es una de esas series que mueven algo dentro de cada persona desde el primer momento. Nos lleva a un pequeño pueblo Oaxaqueño donde viven Eric y Manuel, dos niños con historias muy distintas, pero que desarrollan una amistad profunda y llena de inocencia, que queda marcada por un secreto.
Manuel llega al pueblo para pasar unas vacaciones y, siendo hijo de una amiga de su mamá, Eric se convierte en su guía en el lugar, y eventualmente en su amigo más cercano. El pueblo es un lugar tranquilo, donde se vive lento y donde todos se conocen, pero también esconde muchos prejuicios, y eso amenaza con destruir la amistad entre los dos niños.
Pero, lo que hay entre ellos resulta ser más poderosos que la homofobia, la discriminación e incluso que la violencia, y la amistad florece a pesar de los obstáculos, hasta que los dos se ven forzados a enfrentarse a un acto terrible que conduce a una tragedia, y a ese secreto que los cambia.
Creada por el equipo de Sueño en otro idioma, El secreto del río es una historia que conmueve, pero que también nos hace pensar y que deja al descubierto una serie de realidades duras y problemáticas. Es un retrato de la inocencia de los niños y del refugio que podemos encontrar en los amigos, de la belleza que podemos encontrar a nuestro alrededor y en quienes son distintos a nosotros, además de que es una celebración de la cultura mexicana, de las tradiciones, la comida e incluso el idioma.
Idioma zapoteco y una dosis de cultura
La serie mexicana tiene muchos diálogos en zapoteco. Junto con Manuel, uno de los niños protagonistas, podemos escuchar la riqueza del idioma, sus palabras y su pronunciación. Al igual que Sueño en otro idioma, esto nos recuerda la importancia de proteger las tradiciones y de luchar para que cosas como los dialectos y los lenguajes no se pierdan.
Además, El secreto del río nos sumerge en el mundo de las muxes y su cultura, mostrando las dificultades y el odio al que se enfrentan, pero también la hermandad, las familias que se construyen, el amor y la valentía con la que viven, y la apertura de recibir a quienes necesitan un espacio seguro.
Es una serie que nos enseña a no tener miedo de ser quienes somos, a ser diferentes, a alzar la voz y a no dejar que el mundo nos aplaste o nos haga sentir menos valiosos.
La historia de amistad está en el centro
Eric y Manuel son el corazón de El secreto del río, desde que son unos niños que se acaban de conocer, hasta que se convierten en adultos con vidas distintas.
No hay nada más valioso que tener buenos amigos, que sentirnos valorados, escuchados y protegidos, y eso es lo que vemos en la historia de amistad que se desarrolla en esta serie. La amistad es lo que permite a los protagonistas encontrar la belleza en el mudo que los rodea y sobrevivir a las cosas terribles que experimentan y que se viven a su alrededor.
Es esa amistad lo que más conmueve y lo que levanta el ánimo, logrando que esta historia toque fibras sensibles y nos llegue directo al corazón.
Una conversación sobre el sexismo, la homofobia y los prejuicios
No todo es color de rosa dentro de esta historia. La historia de la amistad, de la búsqueda de la identidad, del amor y de la familia se contrasta con una historia de homofobia, sexismo, violencia física, emocional y sexual.
Eric, Manuel y el resto de los personajes experimentan esto de alguna forma u otra, a veces indirectamente, y sus vidas quedan impactadas con esto. La serie nos muestra que todavía queda un largo camino por recorrer cuando se trata de luchar contra prejuicios, frenar el odio y luchar contra la violencia.
Hay momentos dentro de la serie que son dolorosos, otros enfurecen y resultan frustrantes porque son cosas que nos gustaría pensar que ya no existen, pero que seguimos viendo en distintas formas y niveles todos los días.
El secreto del río abre una conversación importante y nos enseña a todos a ser un poco más empáticos, más amables unos con otros y respetuosos hacia los demás, incluso cuando no los entendemos completamente.
Los actores hacen magia
Mauro Guzmán y Sofía Cruz Salinas, quienes interpretan a las versiones jóvenes de Eric y Manuel, hacen un trabajo extraordinario con sus personajes. A través de ellos podemos volver a experimentar la magia de ser niños, la inocencia, la curiosidad, el sentido de asombro y las ganas de descubrir el mundo, de experimentarlo todo.
Los dos actores construyen a dos niños llenos de valentía y de amor por el otro, niños que nos recuerdan que el odio se aprende, pero que también podemos aprender a ser mejores.
Del otro lado están Diego Calva y Trinidad González, quienes mantienen la inocencia de esos personajes niños y la transforman en el motor de sus versiones adultas, mostrando cómo los personajes van cambiando con el paso de los años, lo que conservan de sus versiones infantiles y las transformaciones, literales y metafóricas por las que pasan.
La serie también cuenta con Mercedes Hernández, quien interpreta a una abuela que a todos nos gustaría tener, una mujer luchadora, cálida y que siempre está dispuesta a escuchar y comprender, y con La Bruja de Texcoco como una maravillosa Solange, que se convierte en una especie de hada madrina para los dos protagonistas que están muy necesitados de alguien como ella.