Un pequeño muelle y un canal de la época prehispánica, vestigios de un antiguo camino de agua que conectaba con el lago de Texcoco, en lo que fue la playa de una península ubicada al pie del cerro del Chapulín, fueron descubiertos por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Tan solo dos metros por debajo de la avenida Chapultepec, una de las principales de la Ciudad de México, durante excavaciones realizadas el último año, se identificaron estructuras como un muelle reforzado con pilotes de madera.
“El canal que encontramos está referido en el Mapa de Uppsala (1550), donde aparece con una canoa en tránsito. Este debió ser un ‘camino de agua’ principal, porque a través de la excavación arqueológica y la correlación estratigráfica hemos corroborado que su ancho máximo es de 1.80 metros; un espacio angosto, pero suficiente para el paso de embarcaciones menores”, explica María de Lourdes López, quien encabeza la investigación.
Flanqueado por una fina capa de arena, el segmento mejor conservado del canal yace bajo el arroyo vehicular de la avenida Chapultepec, a la altura de calle Lieja y a un costado del edificio que ocupó la Secretaría de Salud.
La especialista considera “una fortuna el hallazgo de esta playa, debido a su ubicación en un espacio sumamente intervenido desde finales del siglo XIX”, cuando desapareció el pueblo de indios de San Miguel Chapultepec al fraccionar sus terrenos y edificarse la Secretaría de Salud.
“Originalmente, aquí pasaba un río que corría del lado sur del cerro y desembocaba en un embalse. Esta corriente fue transformada culturalmente: primero, en un canal navegable; a inicios del Virreinato, en un caño y, a mediados del siglo XVIII, en el acueducto de Chapultepec, el cual contó con 904 arcos, y que iba de las ‘albercas de Chapultepec’ a la fuente del Salto del Agua”, detalla.
Por su parte, la jefa de excavación, Liliana Márquez, confirma que la unidad de exploración mayor, donde se observa el fondo del canal y las arenas de la playa, mide 2.50 metros de ancho por 4 de largo. “Es el espacio que hemos podido indagar, porque al sur tenemos la tubería de agua del Metro, y al norte, el sistema de drenaje”, refiere.
En el centro de la exploración, agrega, se observó una concentración de restos botánicos: semillas, maderas, gasterópodos y raicillas. Algunas de las muestras recuperadas revelan que la dieta de los habitantes del asentamiento se basaba en el consumo de quelites, calabaza y jitomate.
Además, se descubrió una colección de cerámica, con trozos de sahumadores, braceros y vasijas con el símbolo solar.