Llámame por tu nombre

El primer amor y la exploración sexual son experiencias memorables en la vida del ser humano. Existen los zumbidos palpitantes, el nerviosismo, la angustia, el anhelo, el deseo y todos los sentimientos de experimentar una atracción por alguien. Call me by your name (Llámame por tu nombre, 2017) dirigida por el cineasta italiano Luca Guadagnino (The protagonists, 1999), captura maravillosamente todas estas capas de sensaciones y emociones que, en caso de no ser expresadas, se acumulan poco a poco hasta que finalmente salen a la luz antes de que sea demasiado tarde.

El filme —escrito por James Ivory a partir de la novela de André Aciman—, es un romance maduro, pero también es una historia de crecimiento. deslumbrantemente sensual y apasionada. Se trata de una obra cinematográfica conmovedora y cautivadora que apela a todos los sentidos del espectador.

La película describe una breve pero intensa relación amorosa entre dos hombres, uno de ellos adolescente y el otro adulto. Ambos mantienen una diferencia de edad significativa, aunque poco controvertida, de apenas siete años. Elio es interpretado por Timothée Chalamet, y su actuación es una de las mejores que han sido vistas en mucho tiempo. Redefine muchas de las virtudes que hacen a un gran intérprete, básicamente porque insinúa todo desde las miradas y los movimientos, inseguros por momentos y decididos por otros.

El otro amante es Oliver (Armie Hammer), una especie de Don Draper veraniego, un hombre de belleza canónica y modelada, claramente definida por los criterios sociales establecidos sobre lo que la opinión pública considera atractivo en un ser masculino.

Sin mostrarse nunca autoritario, Oliver es quien ejerce el dominio sobre la relación, en tanto objeto de deseo, pero también por el hecho de ser el más experimentado de los dos. El tono de la película no está del lado del dominante, sino en completa sintonía con Elio: comparte sus ansiedades y sus confusiones, se mueve a la velocidad de sus caprichos y sus deseos. Elio convive en total armonía con sus padres, un profesor de arqueología y una intelectual con los que comparte una clara afinidad por lo artístico.

Esta relación armoniosa con sus padres da pie a una grandiosa escena, donde la madre lee un fragmento en alemán del Heptamerón, texto histórico de cuentos que traduce en voz alta durante la lectura para comprensión de su esposo y su hijo, en un clima de intimidad compartida, de esos que contribuyen a hacer del cine algo eterno.

La escena es significativa porque, aun por medio de las palabras, permite traducir en imágenes los miedos que mantienen las pasiones de Elio a resguardo del resto, algo que cambiará a partir de esa lectura. Un brillante diálogo final entre padre e hijo funcionará como única muestra de enunciación sobre lo vivido y experimentado.

La música, parte de las vidas

La música juega un papel importante a lo largo del filme, especialmente porque Elio es músico (sus padres a menudo le piden que toque el piano cuando tienen invitados a cenar) y pasa una gran cantidad de tiempo transcribiendo música que escucha en un reproductor de cassette. Ya sea “Love my way” de The Psychedelic Furs, que se convierte en la canción de Elio y Oliver; una cantata de Bach o las canciones originales de Sufjan Stevens, Call me by your name utiliza su banda sonora para establecer los tonos (efusivo, melancólico, agridulce) y realzar las emociones de cada escena.

En lugar de desaparecer en el fondo, la música regularmente llama la atención sobre sí misma, pero de tal manera que no distrae la atención del relato. Más bien, eleva la película, ayudando a cultivar el ambiente en el que se cuenta la historia de Elio y Oliver, sin eclipsar nunca su romance.

Textura visual

El ojo de Guadagnino está fascinado por el encanto y la seducción de la forma humana (incluso, desde los créditos de apertura —que muestran fotografías de esculturas clásicas representando el cuerpo humano— se presagia la importancia de la presencia física de los protagonistas), y el aspecto visual del filme es más acogedor y menos barroco que sus películas anteriores. Mukdeeprom captura hábilmente la languidez del ambiente veraniego y la sensación de que el tiempo de despedida se acerca.

La sensual atención de Guadagnino a las texturas, olores y sonidos íntimos de la vida italiana construye un amplio mundo cinematográfico que es deliberadamente edénico.

Un crecimiento consensuado

Para aquellos que podrían cuestionar la relación entre un adolescente de 17 y un joven de 24, el romance de verano de Elio y Oliver es completamente consensual y se transmite sin ningún tipo de prejuicio. El amor es el amor, pero debe superar la fortaleza del único villano en este relato: el tiempo. Su transitar es tan poderoso que no sólo amenaza, sino que es capaz de separar los caminos de los involucrados.

Cuando se plantea si el amorío de los protagonistas puede durar o no, el espectador anhela que la ruptura nunca llegue, pero al fondo se escucha “Visions of Gideon”, tema original para la película en el que Sufjan Stevens canta “te he amado por última vez”; es un momento de felicidad agridulce y un adiós a una pasión que probablemente no volverá a repetirse.