Robot Salvaje llegó por fin a los cines mexicanos tras un sensacional paso por la taquilla estadounidense. La nueva producción de Dreamworks adapta la aclamada serie de libros del escritor Peter Brown. Para ello, la compañía consideró ha Chris Sanders, veterano director de obras como Lilo & Stitch, Cómo entrenar a tu dragón o Los Croods. Él mismo ha escrito también el guión y hay quienes ya hablan de que puede competir por el Óscar a la mejor película de animación.
La cinta comienza como una historia de supervivencia. Durante una fuerte tormenta, una misteriosa robot aterriza en una remota isla plagada de fauna. Está programada para ayudar a los humanos en todo tipo de tareas, pero allí debe relacionarse con los animales locales.
Tanto que incluso se convertirá en la madre adoptiva de un pequeño ganso al que han dejado sin familia. Ese es el punto de arranque de una historia plagada de moralejas con mucho corazón.
Tres partes muy bien definidas
Comienza como una clásica historia de supervivencia. La película nos presenta a una curiosa protagonista que aterriza en un mundo totalmente nuevo para ella. Con mucha gracia y ritmo, el cineasta muestra a la vez el universo en el que se desarrollará toda la aventura y las peculiaridades de Roz, que cuenta con unas habilidades extraordinarias.
Con el paso de los minutos, Robot Salvaje se convierte en un drama en el que Roz debe enfrentarse a los retos de ser madre. De nuevo, la cinta emplea fórmulas clásicas de este tipo de historias para lograr una conexión emocional muy sencilla y eficaz, esta vez, con los espectadores más adultos. Y, por último, cuando ya ha ablandado por completo el corazón, el filme se mete de lleno en el género de acción con un último acto frenético y explosivo.
Sanders combina a la perfección este juego de equilibrios para mantener en todo momento la atención en la película sin caer en lo repetitivo ni en el aburrimiento. El cineasta imprime un ritmo voraz a su historia a la vez que mantiene el pulso sentimental para que los ojos de niños y mayores se involucren en la trama.
Una película llena de corazón
Como toda buena película de animación, cuenta con un precioso mensaje que en esta ocasión se inclina por la naturaleza y el sentido de adaptación. A diferencia de la inmensa mayoría de producciones infantiles, en esta se muestra la realidad del mundo animal. Las criaturas que habitan el filme no son amigas y muchas se comen y se matan entre ellas. Por supuesto, lo hace con un tono cómico para despertar carcajadas y no terror, pero no por ello deja de resultar sorprendente y original. Además, no esconde en ningún momento la clara influencia del Studio Ghibli y del maestro Hayao Miyazaki por la relación de simbiosis entre protagonistas y entorno.
En cualquier caso, ese es solo el inicio, pues finalmente todo resulta ser un enorme alegato en favor del sentido de comunidad. Es una película que enseña a los niños a sortear sus diferencias, a aceptar al diferente y a ayudarse unos a otros. Una moraleja que, en un mundo cada vez más individualista, funciona con mucha fuerza también gracias a acertadas representaciones visuales que emplea para reforzarla.
Otro de los puntos que mayor empatía generan con sus protagonistas es toda la temática de la maternidad. Robot Salvaje se mete de lleno en cómo una madre o un padre están dispuestos a absolutamente todo por sus hijos. Incluso aunque eso signifique tener que revolverse contra la naturaleza propia y los instintos. Esta subtrama es la que cuenta con los momentos más sentimentales y sensibles de todo el metraje, llevando irremediablemente al espectador a la lágrima. Es una película que habla sobre cuidar, sobre amar y sobre dejar ir con una potencia que resuena en el pecho durante días.
Una animación prodigiosa
A nivel formal, Robot Salvaje es una cinta formidable. Dreamworks combina a la perfección la animación tradicional con el 3D, técnica que últimamente está funcionando en multitud de proyectos. Su estilo visual es exquisito, una delicia que entra por los ojos desde el primer instante en el que unas adorables nutrias encuentran a Roz. La inmensidad de la isla se explora también con la mirada, ofreciendo una capa extra de profundidad a su historia.
Es una película elegante, rompedora y con muchísima personalidad ya en su estética y en su bonita banda sonora. El cuidado puesto en ella da buena muestra de lo mucho que el estudio confiaba en ella. Dreamworks triunfa en su tarea y hace de Robot Salvaje una nueva obra maestra que merecerá todos los premios que pueda ganar.