Este 14 de septiembre conmemoramos dos siglos de que el pueblo de Chiapas tomó la histórica decisión de unirse a la República Mexicana por voluntad manifiesta de su pueblo. Este hecho nos coloca como un ejemplo vivo de dignidad y convicciones republicanas basadas en la unidad, el valor civil y la libertad.
Cuando en 1823 Iturbide abdicó del trono de lo que fuera el Imperio Mexicano, el pacto que mantenía a Chiapas como territorio imperial dejó de tener efectos, por lo cual la provincia podría independizarse o unirse a algún otro país colindante.
A pesar de las presiones e incluso de una invasión militar ordenada por el gobierno central de México, surgió ese mismo año el Plan Chiapa Libre que expresaba que si bien la provincia no tenía intenciones de convertirse en una nueva “nación”, dejaba en claro que esa decisión estaba reservada a la deliberación del pueblo.
Eran dos las alternativas para Chiapas, federarse a México, o unirse a la para entonces recién creada República de Centro América, conformada por cinco estados Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
La decisión del pueblo chiapaneco expresada en una consulta popular, se decretó el 14 de septiembre de 1824 y nuestra patria chica se convirtió en el estado 19 de la República Mexicana, dejando un muy anticipado precedente de democracia participativa, donde las decisiones no se tomaban desde la cúpula dirigente sino en consulta y acuerdo con el pueblo.
Estos principios e ideas vinieron de lúcidos personajes que imprimieron valores que prevalecen a lo largo de nuestra historia. Nombres como Fray Matías de Córdova que inspiró el Plan Chiapa Libre para decretar la necesidad de un Chiapas soberano, libre de la opresión colonial y con un gobierno propio que fuera respaldado auténticamente por el pueblo.
De igual forma, Joaquín Miguel Gutiérrez, con su liderazgo, impulsó la consulta popular que decidiría el destino de nuestro estado, logrando la unión de dos soberanías, la chiapaneca y la de México, de forma pacífica y con suma legitimidad.
Doscientos años después nos corresponde regenerar nuestra sociedad juntos, pueblo y gobierno, con una sola esperanza y una sola convicción: recuperar la paz desde cada rincón de nuestra tierra.
Este es un momento ideal para renovar nuestro compromiso con México y con nosotros mismos, resurgiendo desde el sur con una energía renovada y una inquebrantable determinación de ser mejores. Y así, honrar con dignidad el legado de quienes nos dejaron un imborrable ejemplo de valentía y de inteligencia para convivir.
Conmemoremos estos 200 años manteniendo el camino por esa ruta que nuestros dignos y honrosos antepasados nos dejaron al calce del proemio del Plan Chiapa Libre junto a sus firmas:
“Que el espíritu de la independencia ilumine nuestros corazones y guíe nuestras manos hacia un Chiapas digno, libre y soberano”.
Extiendo mis felicitaciones al pueblo de Chiapas y al pueblo de México. Luchemos por lo que defendemos y vayamos a donde queremos y lo que queremos, es la paz.