El 22 de septiembre de 1910, la inauguración de la Universidad Nacional de México marcó un hito trascendental en la historia de la educación en nuestro país. Este emblemático evento tuvo lugar en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, conocido actualmente como el Antiguo Colegio de San Ildefonso, un sitio cargado de historia y simbolismo.
La creación de la Universidad Nacional fue el resultado de un esfuerzo sostenido por modernizar y democratizar la educación superior en el país, facilitando el acceso a la enseñanza universitaria más amplio y equitativo. Este proyecto educativo no solo buscaba formar profesionales calificados, sino también fomentar el desarrollo de ciencia, arte y cultura en México, pilares que se consideraron fundamentales para el progreso nacional.
La ceremonia de inauguración fue presidida por figuras prominentes de la época, incluyendo al entonces presidente de México, Porfirio Díaz, quien estuvo acompañado de intelectuales y políticos que apoyaban fervientemente la iniciativa, como Justo Sierra, entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. El evento fue más que una simple formalidad; simbolizó la culminación de un gran esfuerzo por parte de la sociedad mexicana para dirigir su propio destino educativo y cultural.
Joaquín Eguía Lis rindió protesta como el primer rector de la institución. En su discurso inaugural, enfatizó la importancia de la educación como motor de cambio y progreso. Expresó su esperanza de que la universidad se convirtiera en un bastión de conocimiento y un refugio para las mentes más brillantes del país.
La Universidad Nacional de México, que más tarde se transformaría en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha cumplido con creces las aspiraciones de sus fundadores. Desde su fundación, ha sido cuna de líderes, científicos, artistas y pensadores que han contribuido significativamente al desarrollo del país y al diálogo cultural global.
La inauguración en 1910 no fue solo el comienzo de una institución educativa, sino el nacimiento de un proyecto de nación que sigue influyendo en la sociedad mexicana más de un siglo después. La universidad no solo ha sido un espacio de formación académica, sino también un participante activo en los momentos históricos más significativos de México, reflejando y contribuyendo al espíritu y los cambios de su tiempo.
La celebración de aquel jueves de septiembre de 1910 fue un momento definitorio, un punto de partida hacia un futuro prometedor para México. Fue la realización de un sueño largamente acariciado, y el principio de una era de transformaciones profundas en el ámbito educativo y social del país.
Desde aquel significativo día, la Universidad Nacional de México ha evolucionado en muchos aspectos, transformándose en la Universidad Nacional Autónoma de México, una institución que no solo preserva los ideales de sus fundadores, sino que también amplía sus horizontes bajo el principio de autonomía. Esta autonomía ha sido crucial, permitiendo que la universidad se mantenga como un ente crítico y progresista, capaz de adaptarse y responder a las necesidades cambiantes de la sociedad mexicana sin interferencias externas.
La UNAM sigue siendo un faro de conocimiento y un bastión de libertad académica, contribuyendo al debate intelectual y al progreso social con una voz que resuena con autonomía, independencia y autoridad. La celebración de su fundación no es solo un acto de recuerdo histórico, sino un reafirmar continuo de su compromiso con una educación que moldea y refleja el espíritu de México.