Moodys, la reacción del capital

¿Reforma fiscal “profunda”?

Síndrome de la aplanadora

Soberbia y descuidos

La decisión de Moodys, al bajar las perspectivas de calificación de México de estables a negativas, es una primera reacción concreta del poder económico trasnacional ante el manejo hacendario del sexenio pasado (en específico, el déficit fiscal), la situación crítica de Pemex y las reformas de la llamada Cuarta Transformación que a juicio de dicha calificadora alteran “sustancialmente” los controles y equilibrios y afectan ánimos empresariales.

El anuncio de Moodys se ha dado en la víspera de que la Secretaría de Hacienda dé a conocer el presupuesto de egresos y la política fiscal para 2025. El mismo día en que el coordinador de los diputados morenistas, Ricardo Monreal, adelantó que se está considerando “una reforma fiscal profunda muy pronto”, que signifique “ “un mayor esfuerzo de los que más tienen”.

En ¿otro tema?: el síndrome de la aplanadora política y electoral lleva a la soberbia. Y, por ello, a descuidar formas, giros verbales o conductas, pues se llega a creer que la aplastante predominancia actual hace permisibles y perdonables las acciones que en el pasado, desde la oposición, se criticaban.

Un ejemplo lo han dado Ricardo Monreal, superviviente de todas las turbulencias y apariencias de naufragio en su larga carrera política, ahora comisionado para dirigir los trabajos morenistas en la Cámara de Diputados. A pesar de todas las evidencias negativas, ha impuesto una figura de nueva creación para que su amigo Pedro Haces (de origen priista, siempre apoyado por el zacatecano en mención y por los oaxaqueños Murat) funja como segundo mando operativo en San Lázaro.

Haces combina lo empresarial con lo sindical, el derroche y el fasto personales con la “defensa” de trabajadores y empleados en una agrupación a la que algunos se refieren aspiracionalmente como “la CTM de la 4T”. Recientemente fueron vistos ambos, Monreal y el “líder proletario” a bordo de un helicóptero privado y, ante la extrañeza por tales lujos, contrarios a los postulados de austeridad, el zacatecano arguyó que son favores proporcionados por “amigos” cuando tiene “emergencias”. En tanto Haces aceptó campechanamente que “los que trabajamos tenemos que andar por cielo, mar y tierra para atender a la gente, para llegar a los destinos, no es un vehículo del placer, como el PAN tenía el helicóptero del amor en Morelos, ¿Se acuerdan?, este es de trabajo”.

Otro político polémico, Rubén Rocha Moya, actualmente instalado en el despacho principal del Palacio de Gobierno de Sinaloa, también dijo en un momento complicado que un avión le había sido prestado por un empresario “amigo” para volar a Estados Unidos, con su familia, la misma mañana en que en Culiacán se desarrollaba el libreto aún tan candente que involucró a Ismael Zambada, el Mayo, a uno de los hijos del Chapo y el asesinato de Héctor Melesio Cuen, un diputado federal electo y jefe político de la universidad estatal.

Adán Augusto López Hernández es otro político que se solaza en la inmensidad del poder circunstancial. Su gusto por mostrar formas postpriistas de cooptación política (por llamarlas de una manera suave) ha sido conocido a nivel nacional desde la Secretaría de Gobernación y, ahora, en el Senado. Lo mismo presume la recaudación de fichas no morenistas para consolidar mayorías calificadas que, sentencioso, advierte a los opositores que serán derrotados. Ayer, mientras el PAN expulsaba al senador Yunes por la “traición” cometida al votar con Morena en cuanto a la reforma judicial, Adán Augusto aseguraba que tal personaje tan demeritorio forma parte de Morena. Total, basta con que lo diga el líder senatorial.

Y, mientras en el Instituto Nacional Electoral se aprestan a retomar la ruta de la elección judicial, aunque Palacio Nacional considera que es demasiado el dinero que se pide para realizarla, ¡hasta el próximo lunes, con el embajador metiche, Ken Salazar, recibiendo oxígeno de su gobierno!