En medio de la calígine de nuestros tiempos. Un momentito, por favor. Antes de proseguir voy a consultar qué es eso de «calígine”. Define el diccionario: “Calígine. Oscuridad, niebla, tenebrosidad”. Tiempos caliginosos, en efecto, vivimos hoy por hoy los mexicanos. La instauración de un régimen populista y antidemocrático ha traído consigo toda suerte de males para la República, amenazada lo mismo por la ineficiencia que por la corrupción. En tiempos de la dominación priista padecíamos solo uno de esos males, el segundo; ahora sufrimos por igual los dos. Se repite la muy manida frase: estábamos mejor cuando estábamos peor. Por eso me alegró mucho la noticia según la cual el Frente Cívico Nacional buscará convertirse en partido político de oposición. Al acto en el cual se anunció el principio de los trabajos para buscar el registro de esa organización asistieron, entre otros muchos hombres y mujeres que han luchado por el bien de México, personas cuya actuación en nuestra vida pública ha sido muy valiosa: Guadalupe Acosta Naranjo, Beatriz Pagé Rebollar, Leonardo Valdés Zurita, Cecilia Soto, Emilio Álvarez Icaza, Mariclaire Acosta, Gustavo Madero, Elena Chávez, Adrian LeBaron, Patricia Aguayo, Ramón Sosamontes. Los cito sin mengua de otras figuras también merecedoras de respeto, y de los numerosos ciudadanos y ciudadanas que asistieron a ese acto, igualmente interesados por el bien de la comunidad. En medio de las muchas agresiones que en esta época sufre nuestro país por parte de la camarilla en el poder, y de las amenazas que en México se ciernen sobre la libertad, la democracia y la justicia, es muy plausible la idea de un partido en verdad opositor, sin los oportunistas acomodos en que frecuentemente incurren el PRI y el PAN, ambos en plena decadencia, si no es que en francas vías de extinción. Esperemos que muchos priistas descontentos con su dirigencia actual, y muchos panistas inconformes con el rumbo que ha tomado su partido, vayan a engrosar las filas de ese Frente, promesa para México y esperanza para los buenos mexicanos. Un señor de edad más que avanzada acudió a la consulta de un urólogo. “Doctor -le dijo-. Padezco el mal que el pueblo llama ‘angurria’. No puedo orinar”. Le preguntó el galeno: “¿Qué edad tiene?”. Respondió el provecto caballero. “90 años”. Le dijo el facultativo: “Ya meó bastante, ¿no?”. La señorita Peripalda, catequista, se propuso poner un gallinero. Quería aumentar su reducido ingreso con la venta de los productos de gallina. (Ella jamás decía “huevos”, vocablo que consideraba no solo malsonante, sino también equívoco). Fue, pues, a una granja que vendía gallinas a fin de comprar las necesarias para iniciar su empresa avícola. Le pidió al propietario que le mostrara algunas. “Las tenemos de numerosas variedades -le indicó el granjero-. Rhode Island, Leghorn, New Hampshire, Jersey White, Black Sumatra, Specked Sussex, Plymouth Rock, Dorking, Australorps, Barbrock y Light Brahma. Tenemos también de la raza Ayayay. Se llama así porque las gallinas pertenecientes a esa variedad ponen los huevos cuadrados. ¿De cuáles quiere?”. La señorita Peripalda, que no sabía de la existencia de tantas familias gallináceas, le pidió al granjero, para no fallar, que le vendiera 100, revueltitas. “Y 100 gallos” -añadió. “Señorita -acotó el hombre-, para 100 gallinas necesita usted a lo mucho 10 gallos”. “Deme 100 -insistió ella-. Gallinas sí, promiscuidades no”. Recuerdo en este punto a aquella gallinita a la que le pasó por encima una aplanadora. Se levantó; se sacudió las desordenadas plumas y exclamó llena de admiración: “¡Esas son pisadas, no chingaderas!“. FIN.

Mirador

Por Armando Fuentes Aguirre

Anoche entró la noche a mi cuarto en la casa del Potrero.

Es buena amiga mía la noche. Me protege de las sombras del día. Su oscuridad me trae recuerdos que con la luz se hacen olvidos.

El sueño viene a mí lleno de sueños. En ellos los queridos muertos vuelven a vivir. La amada eterna nunca ha tenido muerte, y las tinieblas nocturnas se disipan ante ella, que siempre fue la luz.

Cuando no se ve nada veo mejor. La vida se me aparece como cuando era vida. No pienso, porque a mis años pensar mucho se vuelve peligroso. Eso de pensar es ejercicio propio de filósofos, oficio al que siempre le he temido. Prefiero recordar, lo cual es volver a saber lo ya sabido. A lo hecho pecho, o sea corazón. Pensar es mirar hacia el futuro, y al futuro le tengo miedo, aunque ya no estoy en él.

Venga la noche. Para mí no es temor, sino promesa. Ante ella cerraré los ojos para abrirlos bien, y emprenderé el viaje. En el camino hallaré a alguien a quien no conozco: yo.

¡Hasta mañana!

Manganitas

Por AFA

“Viene un frente frío, anuncian los meteorólogos”.

Con acento sentencioso

comentó cierta señora

al leer la nota ahora:

“Frente frío el de mi esposo”.