Duelo de libertades

La invasión oscura

1.- Si la libertad de expresión está en grave aprieto, la libertad presidencial para la venganza no, en un mundo al revés en donde los mafiosos cuentan sus haberes bajo el cobijo de la humanidad y quienes los denuncian sufren el acoso de “todo el poder” del gobierno convertido en coto de caza para cobrar presas a su gusto, sobre todo a los críticos a quienes, si no los asesinan, intentan desprestigiarlos aprovechando la brutal radicalización en la que ha colocado el mandante pelafustán a los mexicanos.

Unos creerán las manipulación flagrante de las mañaneras vergonzosos; otros, en cambio, guerrean todavía pata intentar rescatar a la democracia de una de sus afrentas mayores: haber constituido un fraude electoral que no se reflejó en las estadísticas del INE pero sí se abrió cauce desde las intervenciones frecuentes del señor de Palacio quien, para colmo, cambió radicalmente de objetivo: ya no dice que se sumirá en “La Chingada” para su obligado retiro sino que está a las órdenes de su corcholata que se convirtió en marioneta y ahora vislumbra el sueño de ser la primera mujer en alzarse como presidenta en pleno empoderamiento femenino. Esto es, se queda, porque según dice “la patria es primero”, la célebre frase del caudillo Vicente Guerrero, único representante del México negro que llegó a la cumbre antes de ser traicionado y fusilado, vieja costumbre de la clase política desde la consumación de la Independencia.

Andrés Manuel, el rijoso que salió de Tepetitán, Tabasco, apoyado por dos conocidos priistas, Leandro Rovirosa Wade y Carlos Pellicer Cámara –de quien se cuentan tantas cosas por su temprana relación con el revoltoso-, militó en el partido omnímodo por más de siete décadas, el PRI, para ganar popularidad en las calles, cruzando arrabales y llenándose las botas de lodo. Fue, como activista, un mercenario que vendió no pocas manifestaciones a los presidentes con quienes se topó, desde Echeverría hasta De la Madrid. Y todo ello, como lo recaudado por los negocios aviesos de sus hijos corruptos y de sus hermanos colectores, fue para “el movimiento” que tenía muy organizado en su calculadora mental:

-En el 2000 -comentó en 1996- vencerá la derecha; luego, en 2006, llegaremos nosotros.

Esto es, Andrés se colocó a una distancia de una década para arribar al poder; quizá por ello todavía no se repone del frustrante resultado de 2006, con él arañando la victoria por medio punto porcentual, elevó sus rencores y odios hasta lo más alto y perdurando hasta hoy, cuando ya termina su malhadado ejercicio de mandante, a través de dieciocho años de amargura y odio contra Felipe Calderón, quien le arrebató la gloria en aquellos años pero, al fin, no le impidió llegar a la Presidencia en 2018. La rabia le quedó como sucede con las fieras irracionales.

Ahora, AMLO se está pensando si se queda, contraviniendo a la Constitución que no le concede el derecho a la reelección, al amparo de Claudia Sheinbaum Pardo, señalada por haber plagiado buena parte de su tesis como tantas otras lumbreras, entre ellas su estrella en la Corte, Yasmín Esquivel de Riobóo y otras damiselas al servicio casi divino de la 4T... cuál si se tratase de una Marajá capaz de disponer del derecho de pernada político para cooptar a sus adoradoras que, dicen, son muchas.

2.- No se explica, y al parecer nadie quiere hacerlo por la coyuntura que han abierto, sobre la entrada de militares de Estados Unidos a suelo mexicano para realizar maniobras y ejercicios de todo tipo, digamos como una suerte de avanzada, a meses de la elección presidencial en noviembre en aquel país, para supuestamente estar listos para lo que se les mande, sea perseguir a los grandes capos y cárteles o para auxiliar a la DEA en sus investigaciones sobre las conductas de la clase política actual comenzando, claro, con Andrés Manuel, quien alega ser el mejor de los presidentes y no es sino el peor. A este tamaño llega la absurda radicalización más cercana a la manipulación colectiva y no a la cultura patria que debieran repasar o aprender los entusiastas morenistas descerebrados. No hay forma de que puedan imponer sus criterios sobre el conocimiento real de los hechos.

En este tenor, la avanzada militar de USA en México es una enorme amenaza contra la socavada soberanía popular. No solo es una afrenta sino una sonora bofetada que, por desgracia, nos alcanza a todos los mexicanos, tal y como ocurrió con el ominoso ataque del ecuatoriano Daniel Noboa a nuestra embajada en Quito, aun cuando el origen de ello fuera nebuloso alrededor de un vicepresidente, Jorge Glass, acusado por graves delitos no inherentes a su investidura. De allí la tremenda polémica internacional que se ablandó junto con AMLO.

Las fuerzas armadas mexicanas no tienen poder de fuego para repeler la invasión estadounidense y, por ello, prefieren darle cariz de “cooperación” para no inquietar a la población; tampoco lo tienen, como ha quedado demostrado con amplitud, para repeler al creciente dominio de los narcos ahora metidos en camisas de once varas por cuanto toca al fentanilo, que sí se produce en México y no solo los percusores, cuya expansión en el vecino del norte ha causado la muerte de ciento siete mil personas, sobre todo jóvenes entusiasmados con el nuevo opioide adormecedor. Y tal es tan evidente que no ha pasado desapercibido: se mueren más por el fentanilo que por los ataques terroristas dentro de los lindes de los Estados Unidos.

De allí se explica el malsano interés de mantener militares del ejército norteamericano en nuestro país con la cobarde complacencia de AMLO, quien es cobarde hacia fuera y bajo presión de Washington, al tiempo de que es bravucón barato hacia dentro con las persecuciones amorales de cuantos NO coincidimos con él y exigiremos a la próxima presidenta -esto ya es inevitable-, Claudia Sheinbaum, que no reduzca la justicia a la intimidante idea de que sus adversarios ya son indiciados por el solo hecho de pensar, investigar y oponerse, de verdad, a quienes detentan el poder en serio, más allá de los políticos envalentonados en el interior y doblados hacia el exterior.

Ya lo resumió Trump, el criminal que pretende regresar a la Casa Blanca: “AMLO ha sido el hombre que más rápidamente se me ha doblado”. Si esto no es una vergüenza podremos concluir que el cinismo ha ganado la batalla final.

loretdemola.rafael@yahoo.com