¿Podrá con el Paquete?

Las Herencias Malditas

A estas alturas, cuando ya pasaron varios días de la retirada del repelente macuspano, por ahora refugiado en la mayor impunidad imaginable, es hora de preguntarnos si su sucesora, Claudia Sheinbaum de Tarriba, puede o no con el paquete mañosamente heredado pese a ser la mandante-mandataria con mayor poder institucional de la historia. Pero es el caso que, por lo visto, no sabe qué hacer con el legado y no deja de repetir el nombre de quien le cedió la banda presidencial con la breve intermediación de una mujer extraordinaria, esta sí, Ifigenia Martínez y Hernández, quien cadavérica acaricio el símbolo tricolor antes de que la avidez de la presidenta (e) lo tomara después de la protesta constitucional.

Ya va siendo hora de poner, de nuevo, las cosas en su lugar. Si la señora en cuestión insiste en el absurdo de continuar, sin revisión alguna, la reforma judicial que nació maldita -con la repulsión de los demócratas mexicanos, los inversionistas extranjeros y los gobiernos que se abren más hacia el parlamentarismo-, afirmándola con la estupidez de seleccionar a los presuntos candidatos, entre ellos mil seiscientos jueces, magistrados y ministros a quienes muy pocos podrán identificar, ¿por qué no se propone y cumple, aunque solo tengan unas semanas al frente de su cargo los nominados por la dupla AMLO-Claudia, que los miembros del gabinete sean igualmente sujetos al sufragio universal, lo mismo que los aspirantes a las presidencias de órganos supuestamente autónomos como la Fiscalía General, la Consejería del INE y la Presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos?

Piso parejo, cuando menos, aunque no dejen de dar brincos -como sugería Juan Gabriel- los destartalados vehículos de la 4T que ni siquiera pueden sortear los escollos camarales para quedarse con las comisiones del Legislativo, porque lo suyo no es más que la ambición por el poder y no una entrega disciplinada a las imposiciones de su propio partido, esto es de los coordinadores de las bancadas de diputados y senadores -Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández, los más afines a la política del nepotismo- y de la señora Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, a donde llegó desde la Secretaría de Gobernación y con Andy “el corrupto” López Beltrán. Todo un revoltijo, peor que en ninguna otra época.

Sería un comienza pero nada está más alejado del pensamiento de la “doctora” Sheinbaum quien ni siquiera se atreve a responder las acusaciones que pesan sobre su marido, al que se esmera en llevarlo de la mano, acerca de sus relaciones non santas con el “muerto-vivo” más célebre de todos los tiempos, desde las épocas de Romeo: Amado Carrillo Fuentes, el “señor de los cielos”.

Mientras el país se debate entre los meteoros terribles en Guerrero, Campeche y Yucatán, y los brutales ciclones de la demagogia más lacayuna de la historia, los cárteles siguen ganando territorios y la falsa guerra entre los mismos arbitrada por los miembros del Ejército con los guardias nacionales incluidos y quienes fueron incapaces de paliar los desafíos de la guerra de los narcos siquiera con alguna batalla a favor.

Los más trascendentes acontecimientos al respecto siguen siendo analizados por el oficialismo como injerencias de los Estados Unidos: las capturas de algunos capos relevantes y, sobre todo, la del mayor de ellos, Ismael “El Mayo” Zambada, tratado con tanta cortesía por el gatopardismo de Andrés. Ahora, la presidenta (e) Sheinbaum Pardo, se permite limitar al embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, cobrándole así su análisis negativo sobre la reforma judicial que comparten millones de mexicanos quienes, señora Claudia, también forman parte del “pueblo” y son burdamente ignorados por usted. Porque para la dama de Palacio -esperemos que haya realizado un exorcismo antes de dormir en el departamento legado por AMLO, el execrable-, “el pueblo” está integrado solamente por los más entusiastas miembros de Morena, no por los demás ciudadanos ni por los morenistas de dudosa disciplina quienes optan por separarse antes de seguir sirviendo como lacayos al poder omnímodo del Ejecutivo -sin voces ortográficas femeninas-.

No, señora Claudia, el “pueblo” es el conjunto de todos los mexicanos -los que votaron por usted, que no sumaron 36 millones, y cuantos No lo hicieron-, y no solo los aduladores que maúllan al ritmo de los cien gatos pardos de Palacio Nacional. Además, tendría usted que resolver un serio estigma: el conteo ciudadano -con más bases que los ejercicios institucionales del INE tales como el PREP y los conteos a pie de casillas-, fundamentado con las sábanas que pudieron rescatarse en cada sección electoral, arroja una victoria clara de la oposición, por catorce puntos nada menos sobre el oficialismo, y ello le confirman como una mandante espuria el adjetivo que le endilgaron a Felipe Calderón en 2006. Invito a los colegas periodistas a analizar números y recuentos de la ciudadanía en pie de lucha y a punto de estallar. Cuidado con esto.

Si bien ya se cita a los mexicanos, los que han vencido a la ignorancia con el análisis serio e imparcial, para una magna manifestación el próximo domingo primero de diciembre -con gusto me sumo a ella a sabiendas de que solo sería el despertar-, la inconformidad crece a medida de las decisiones torpes y hasta desafiantes de la señora Sheinbaum. Algo se ha ganado: la dama presidencial no insulta ni agrede verbalmente a sus críticos y adversarios aunque, para mal, la lucha se establece de modo soterrado sirviendo a los grupos delincuenciales capaces de asesinar y decapitar al alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán; y no hubo óbice para que fuera reemplazado por un atemorizado Gustavo Alarcón Herrera, más blindado que la caja del Banco de México.

El gran problema de México es la ausencia de un titular del Ejecutivo, desde hace muchas décadas ya, capaz de honrar a México sin la complicidad de los sicarios dirigiendo la ruta.

loretdemola.rafael@yahoo.com