La pesadilla de Claudia
El rencor va acumulándose
¿El pueblo? La visión de la señora presidenta(e) sobre el mismo parece ser de un maniqueísmo insufrible: son partes del mismo quienes apoyan a Morena y sus adherentes y no están dentro del concepto quienes postulan ideas y argumentos contrarios a las consignas de la 4T, específicamente en lo relativo al respeto a la ley y el cumplimiento de la misma sea o no receptiva para quienes ejercen el poder.
Pongamos un ejemplo: si la presidenta(e) ordena un genocidio y el Poder Judicial lo condena, la dama en cuestión por aducir que es “el pueblo”, con visión subjetiva y arcaica, el que la impulsa. Y así se pasaría incluso sobre los más elementales derechos humanos cuya custodia, hasta hoy, está en manos de una arribista incondicional del lopezobradorismo y sus secuelas, Rosario Piedra Ibarra, quien dista mucho del carácter y resistencia de su madre, doña Rosario Ibarra de Piedra, quien fue víctima, durante gran parte de su existencia, de la ausencia precisamente de sus derechos humanos. Vaya ignominia que pocos han analizado a profundidad.
Adolfo Ruiz Cortines, expresidente de México (1952-58), solía decir que no se puede hablar del mexicano, en singular, sino de los mexicanos, en plural, porque hay diferencias insuperables en la formación y las diferencias ideológicas. Y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano me dijo un día durante una agradable plática de sobremesa:
-Hablar de la izquierda es temerario porque, en nuestro país, hay no pocas tendencias izquierdistas y todas son respetables.
Más reducido el espectro, solo la izquierda, la dinámica de la sociedad no es y ni debe ser pretexto para arrogarse la facultad de pensar por el “todo México” simplemente aduciendo que se encabeza al gobierno porque los votos recibidos le dieron -si suponemos que así fue- el derecho de actuar como una especie de Zarina y no como presidenta(e) demócrata, esta es la que aspira a conciliar y no radicalizar más a un conglomerado tantas veces decepcionado, además con rencores acumulados, que prefiere apartarse de la vida política por la repulsión hacia los políticos camaleones y, sobre todo, corruptos integralmente al grado de proponer reverencias a cambio de cargos perentorios aunque se alarguen en el ejercicio legislativo como el célebre postulante del pandillerismo político, Gerardo Fernández Noroña -por allí se guarda el nombre de Ricardo recientemente salido a la palestra-.
No, señora Sheinbaum, el pueblo no es la representación de sus partidarios; es bastante más y ocupa a quienes han sido señalados como conservadores, aunque NO lo sean, para estigmatizarlos al compararlos con los traidores que fueron a Europa a buscar a un príncipe austriaco para encender la República en uno de los pasajes históricos más lastimosos de la historia y del que nos salvó el gran Juárez, cuyo espíritu fue infamado con la presencia de AMLO en los corredores de Palacio Nacional. Ahora es Sheinbaum la que debe enfrentar la conciencia feminista de doña Margarita Maza, la compañera del Benemérito, quien debe estar asqueada por las parejas presidenciales.
Y así vamos, en firme, hacia el abismo. La reforma de la tómbola, gran vergüenza nacional, nos confirma como nación bananera a los ojos del mundo; solamente los mediocres y los obcecados partidarios de una administración sin destino posible no lo perciben así. Pero estamos en el umbral del precipicio porque las manifestaciones de protesta no van a acabar. Por el contrario, hay ya conciencia firme sobre la necesidad de subir escalones para salvar a la República. ¿Cómo? Convocando a las fuerzas populares a tomar el control de las instituciones y exigir que comiencen pesquisas y juicios contra los expresidentes corruptos, empezando, claro, con el predecesor y sus hijitos, hermanos y primos. Por aquí debe comenzar ya la señora Sheinbaum antes de que sea, para ella, demasiado tarde. Nadie tiene la vida y el poder comprados eternamente.
Y es esto lo que está en juego porque no pocos grupos ciudadanos, sobre todo aquellos que han realizado un conteo de votos más verificable que los del INE dándole el triunfo a la oposición -a estas alturas no sé si hubiera resultado peor Xóchitl en la Presidencia-, manifiestan su descontento abiertamente y suman no solo más dolor por la ineficacia de los proyectos de seguridad sino ante las decisiones de la presidenta(e) en cuanto a la aplicación de la justicia que nos han convertido, nada menos, en el hazmerreír del mundo, sobre todo en los países con gran capacidad financiera, en los Estados Unidos y Europa.
Y es que, a un mes de la asunción de la señora Sheinbaum, las expectativas van derrumbándose por la soberbia del continuismo y la incertidumbre vista desde dos ángulos: la de quienes opinan que nos hemos apuntado al Foro de San Pablo y la de cuantos -más por deseos que hechos- señalan la cercanía semántica con los Estados Unidos ante la asfixia que hasta Claudia siente por los explicables temores de los inversionistas, de aquí y allá, a la solapada violencia en el 80 por ciento del territorio nacional. No cualquiera se anima en tales circunstancias.
Por lo demás es claro que la nueva mandante no tiene interés en evitar que la guerra entre cárteles continúe. Piensa que es un asunto de los capos con mayor influencia; vamos, los grupos criminales tienen más autonomía que los poderes de la Unión reducido el Legislativo al sector morenista sin contrapesos -gracias a una sobrerrepresentación ilegal- y el Judicial guillotinado por “el pueblo” de la señora Sheinbaum. Con más poder institucional que cualquiera de sus antecesores, la dama del Palacio Nacional se muestra como débil mascota de su predecesor. El escenario que más temíamos.
Y así pasan las semanas bajo la asfixia de un gobierno autoritario o dictatorial vestido de mujer.
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