El Gran Tramposo
Sitio al Derecho
Entre tantos adjetivos que pueden calificar la gestión desastrosa del “mesías de Macuspana” –el apodo se lo puso un intelectual de renombre, Enrique Krauze, quien recibió a cambio su incorporación a la pléyade “fifí”-, debemos agregar en lugar preponderante el de “gran tramposo” que, sin duda, supera el de “gran simulador” con el cual definí al economista cobarde, Ernesto Zedillo, tras haber empobrecido a los mexicanos por no saber conducirlos hacia una productividad generadora de riqueza. Y ahora debemos referirnos a Claudia como la marioneta con banda.
Es de tal nivel la impostura del también conocido como “doctor Z” –menos grave que el apelativo de “doctor muerte” que lleva hasta con orgullo el nefasto y resistente Hugo López Gatell-, que ahora en la ONU preside una comisión para combatir la pobreza en el mundo –nada más falso entre belicosos-. Es como si López IV fuera designado en el organismo en una nueva comisión de conciliación universal para tratar de unir a las dos mitades del planeta, la liberal y la conservadora. Él aceptaría, naturalmente, y nos llevaría de la mano a la tercera guerra mundial, la última a decir y pensar de muchos.
Así las cosas, desde su ahora desocupada recámara de guerra en Palacio Nacional –esperemos que nunca sea similar su destino al del Palacio de la Moneda en Chile-, AMLO trazó toda una estrategia para autoproclamarse demócrata sin la menor intención de actuar como tal y se aplicó a hacer y ejecutar una agenda para que Claudia gobernara con ella cuando él cesara o se hiciera el hombre invisible.
Primero el predecesor habló de la urgencia de llevar a proceso a los presidentes, armó una consulta y como a esta no acudieron sino siete millones de morenistas, entonces decidió lavarse las manos y dejar a los delincuentes del pasado como conejos, asustados y correlones pero sin dispararles un solo tiro.
Y después insistió en que debería someterse a una revocación de mandato, demagogo como es, seguro de su popularidad y de las mentirosas encuestas en donde se le sitúa todavía con cierta popularidad -no más que la de Malverde- por encima del 55 por ciento de aprobación, lo que sería tanto como duplicar a sus adeptos, los famosos treinta millones de votantes en 2018 cuando es evidente que de éstos un tercio está profundamente decepcionado y los demás siguen creyendo en el rey mago de Tabasco que les regala bonos, ahora en las festividades navideñas, hasta con aguinaldos, y les obsequia las vacunas para salvar a los pobres de la maldita pandemia, la peor administrada entre todas las naciones como ya hemos explicado.
Pero el tiro le salió por la culata al percatarse de que, de verdad, la mayoría de los mexicanos le gritaba “¡fuera!” en el pináculo de su supuesto adiós y está a favor de despedirlo por sus pésimos resultados, la agonía de estar en manos de los grandes capos, la infamia de los números mentirosos sobre el coronavirus –son más de un millón los decesos y de ellos 850 mil deberían estar vivos de haberse aplicado con ellos las mínimas precauciones, son los muertos de Andrés sumados a los más de cien mil ejecutados-, la economía que no fluye, el desgaste de todos los ingresos del Estado y ahora, para colmo, la reducción del presupuesto del INE –que tanto jubilo le causó- para jugar en contra del inútil proceso de revocación de mandato. ¡Tramposo, farsante!
Y lo mismo debe decirse de su heredera, Claudia Sheinbaum.
Lo que tiene Andrés, y por eso su felicidad al poner contra la pared al INE –todavía se dice autónomo- es obtener una buena plusvalía, claro, si culmina el trenecito del sureste.
La Anécdota
Durante un trascendente Foro de León en 2022, en donde tuve oportunidad de participar, impugné al senador panista Damián Zepeda Vidales con la siguiente pregunta:
-¿De verdad, senador, los partidos de oposición que antes fueron gobierno, van a dejar sola a la sociedad civil en su lucha en pro de la revocación de mandato? (2022)
El legislador, de inmediato, adujo que él estaba a favor del proceso y que así lo había proclamado dentro de su partido:
-Le prometo que, en cuanto a mí toca, convenceré a los miembros del PAN para avalarlo.
Desde luego, no lo hizo. Y la consulta fue un remedo del juego democrático.
¿Bastará con eso para tratar de salvar, siquiera, la dignidad de los mal llamados representantes populares?
loretdemola.rafael@yahoo.com