Las llagas de México

USA puede reventarnos

La incertidumbre es tal que la opinión pública está no solamente dividida sino igualmente ofuscada por tantos duelos de mentiras, de un lado y otro, sobre todo en cuanto a la posibilidad de que el presidente electo de USA, Donald Trump, decida llevar a la práctica todo lo que ha anunciado sobre México: deportación masiva de ilegales que trabajan “escondidos” en territorio estadounidense, aranceles hasta del 25 por ciento a los productos procedentes, sobre todo de China y México, y la persecución a los narco-terroristas -así considerados, como lo son, en el norte- a cualquier costo incluso si es necesario hollar nuestro suelo con este pretexto y la convicción, como lo han manifestado algunos de sus cercanos colaboradores, de que México ya es un estado fallido.

Quizá en algunos puntos pueden suscribirse exageraciones pero en lo medular es imposible negar esta visión caótica sobre el presente mexicano, máxime ante la comprobación del dominio de los narcos en el 80 por ciento de nuestro territorio, situación que corrobora el estado fallido y la urgencia de desmembrar a los cárteles en plena guerra sobre las instituciones y los gobernantes comprometidos con ellos -me temo que son mayoría-.

Es evidente, además, cuáles son las puntas de lanza del gobierno actual, todavía bajo el dominio de AMLO y no de Claudia, entre tales el poderoso senador Adán Augusto López Hernández, ficha de Andrés su coterráneo; el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, también poderosísimo y quien hace temblar las tumbas de sus ancestros, Javier García Paniagua, su padre, y el general Marcelino García Barragán, su abuelo y quien tiene su estatua en Guadalajara en el jardín de los hombres ilustres. Ellos, Adán y Omar, son los señalados para mantener, dicen, los “equilibrios” entre las mafias criminales y un gobierno tembloroso a pesar del extraordinario poder institucional que asimila; como nunca en la historia reciente del país.

Además, es inaudito que se mantengan bajo el cielo de la impunidad sujetos como el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien hasta en los tiempos del priismo hegemónico más autoritario ya habría ofrecido su cabeza para intentar adecentar a su entidad; y no se puede olvidar en este sentido a la gobernadora Evelyn Salgado, hija del indecente morenista, Félix Salgado Macedonio, quien ha tomado la vía de la sinrazón hasta estremecernos por sus cantos desafinados mientras ocurrían masacres en sus dominios olvidados, como si quisiera disimular la verdad terrible, la de un estado din más gobierno que la ley de la selva: Guerrero.

Y sumamos: el flamante gobernante de Yucatán, Huacho Díaz Mena, quien dejó al PAN para sumarse a Morena en busca de una candidatura infectada, ha sido exhibido con una de esas modelos que solo aparecen del brazo de los peores criminales como en su tiempo ocurrió con el intocable Víctor Flores Morales, líder ferrocarrilero, quien a sus 85 años salta de gusto por las inversiones multimillonarias al sistema de trenes, además de presentarse, en su época, con tremendo pistolón y dos jovencitas prostituidas de sus brazos al viejo Palacio de San Lázaro.

Está claro que de la fusión del priismo arcaico, como el de Flores Morales y más arriba el “lobito” Fidel Velázquez, dueño de la CTM ahora en picada, y de los pandilleros como Salgado Macedonio, Fernández Noroña, quien no pierde esta condición ni como presidente de la mesa directiva del Senado, surgió la Morena de Obrador, sigue siéndolo pese a la transmisión del Ejecutivo a la señora Claudia Sheinbaum, quien no ha puesto un dedo en el renglón de su supuesto inmenso poder, controlados el Legislativo, con una mayoría calificada tramposa por la sobrerrepresentación y la descarada compraventa de traidores, y un Poder Judicial en estado agónico bajo el peso de la soberanía de las tómbolas.

Ante esta situación crece, desde luego, la posibilidad de que el ya célebre anaranjado de Nueva York listo a situarse en la Casa Blanca -no tiene él por qué vivir bajo las estrellas del Capitolio como sí hacen los mandantes mexicanos usurpando el Palacio Nacional-, cumpla sus advertencias y las vuelva amenazas antes de darles la condición de hechos para proteger, según le dicen los consejeros de su corte, “la seguridad de los Estados Unidos de América”. Ya saben: América para los americanos... güeros y prepotentes.

México, nos queda muy claro, no tiene capacidad para absorber la mano de obra de los deportados -bien podría hablarse de unos dos millones solo en México-, ni para no asfixiarse en el mar de los aranceles, ni para evitar que entre el ejército estadounidense -como ya ocurrió en julio pasado con la misión de capturar a Ismael “El Mayo” Zambada García el 25 del mismo mes en un operativo evidentemente guiado por los militares de USA-, a aplastar -dicen- a los cárteles más incómodos, como el de Sinaloa, líder en la fabricación del fentanilo que asesina a cien mil jóvenes estadounidenses al año. Lo de la marihuana y la amapola han quedado en el pasado... como el PRI ¿y el PAN?

No es una ocurrencia situar a los partidos opositores con mayor relevancia -debemos apuntar también al MC que comienza a ganar la carrera sucesoria detrás de Morena-, en el mismo nivel de la contaminación del narcotráfico. Por desgracia van a la par con ella y la correlación no parece detenerse. Y así, claro, se facilitan mucho las cosas para cuando guste y mande el señor Trump.

Y así queda planteada la disyuntiva: no son pocos quienes creen que la presencia del anaranjado es fundamental para la caída de la 4T -la quinta T es la de Trump-, aún si hay una invasión de por medio; otros creen que tal remedio resultaría bastante peor que la enfermedad. Para terminar con este gobierno ineficaz y antidemocrático solo hace falta que, desde dentro, los mexicanos le pongan un hasta aquí sin esperar que otros hagan el trabajo por nosotros a costa de nuestra libertad.