¿Has experimentado un sentimiento de constante preocupación por nuestro medio ambiente? ¿Cuántas noticias sobre desastres naturales escuchas al día? ¿Alguna vez has escuchado el término eco-ansiedad? Personalmente he tenido una sensación de miedo e incertidumbre al escuchar noticias desesperanzadoras sobre la crisis climática que vivimos hoy en día, sobre cómo nuestros lagos se secan, nuestros bosques y los animales que viven en ellos se extinguen, o cómo incluso realizar actividades al aire libre ahora puede ser dañino para nuestra salud.
Desde nuestra infancia nos han educado con la idea de “cuidar nuestro medio ambiente”. A muchos de nosotros nos tocó hacer macetas con botellas recicladas, germinar frijoles en un frasco de vidrio y otras actividades de concientización ambiental desde un grado escolar básico. Sin embargo, pensemos ¿en qué momento pasamos de escuchar esporádicamente campañas de concientización a escuchar diario conversaciones alarmantes con respecto a los efectos devastadores del cambio climático? ¿en qué punto empezamos a vivir angustiados por la incertidumbre de un futuro común?
La crisis ambiental es una cuestión de escala universal, es por ello que debe analizarse de forma multidisciplinaria. Es bajo este enfoque, que incluso profesionales del área de la salud han realizado estudios sobre las consecuencias psicosociales que puede presentar el ser humano por habitar espacios en donde, hoy en día, resulta imposible ignorar la situación global de riesgo en materia ambiental. Esto ya tiene nombre y es “eco-ansiedad”.
Podemos pensar que la eco-ansiedad estaría directamente ligada a la respuesta fisiológica que se presenta de forma posterior a la exposición directa a un desastre natural; desafortunadamente va más allá y se manifiesta en cuestiones más simples de nuestra vida diaria. Particularmente en el ámbito de nuestra exposición a medios digitales como noticias, blogs y/o videos cortos informativos podemos encontrar que muchas de las notas que hablan sobre el medio ambiente, ecosistemas, cambio climático, etc. se presentan bajo un escenario pesimista y poco esperanzador. El mantenernos constantemente expuestos a estas noticias puede presentar solo un malestar momentáneo, sin embargo, cuando esto sucede de forma constante y cada vez más crítica podemos llegar a caer en un estado de eco-ansiedad.
Según un estudio publicado por The Lancet: Planetary Health respecto a la percepción del cambio climático en niños y jóvenes, de una muestra de 10 mil individuos de 10 países diferentes alrededor del mundo “casi el 60 % dijo que se sentía ‘muy’ o ‘extremadamente’ preocupado por el cambio climático” y “más del 45 % de los encuestados dijo que sus sentimientos sobre el cambio climático afectaban negativamente su vida diaria”.
Así como la salud mental, el cambio climático es un tema trascendental que impacta, especialmente, a aquellos que son más vulnerables ante la percepción del riesgo, como lo son niñas, niños y adolescentes, y personas jóvenes, pero tenemos una buena noticia y es que aquellos que más se preocupan, son también aquellos que accionan activamente e inciden en sus comunidades para comenzar a crear cadenas de cambio.
Pensarnos como estos agentes que desde la individualidad contagiamos las ganas de dejar un mundo mejor es vital, sin embargo, también resulta necesario que las y los actores que participan activamente en la toma de decisiones envíen mensajes de aliento que infundan un sentimiento de esperanza y que motiven e incentiven acciones masivas para que ese cambio sea real.
Aún nos llevará un tiempo recorrer este camino, pero no caminaremos solos porque este planeta es de todos nosotros, trabajando en equipo es como lograremos la meta común de un futuro sostenible para ti, para mí, para quienes estamos y para quienes vienen; es por eso que debemos tener siempre en mente que las iniciativas individuales, accionadas de manera colectiva, son las que nos ayudarán a lograr un el cambio.