El sur de México, históricamente menos desarrollado en comparación con otras regiones del país, ha sido la zona que más ha crecido económicamente desde la pandemia.

Es de destacar que este comportamiento regional ha sido impulsado principalmente por diversas acciones gubernamentales en materia de infraestructura, las cuales han sido complementadas por la inversión privada que regularmente apoya la intervención gubernamental.

Sin embargo, los proyectos que impulsó el gobierno, como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico y caminos y carreteras artesanales, aun cuando son detonantes durante el periodo de construcción, requieren generar de manera continua los beneficios para los cuales fueron edificados, a fin de que los grandes recursos que el gobierno ha destinado realmente contribuyan a reducir la brecha entre las distintas regiones del país.

Entre 2021 y la primera mitad de 2024, la región del sur ha crecido 13.7 %, superando el desempeño nacional, que fue de 8.4 %, así como a las demás regiones (Centro, Centro-norte y Norte), que lo han hecho en niveles menores a 8 %.

Cabe señalar que, considerando solo las actividades no petroleras, la región sur (conformada por Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán) registra un crecimiento acumulado de 15.8 % frente al nacional, que fue de 8.5 %, de acuerdo con estimaciones del Banco de México en su reporte sobre las economías regionales.

Sin duda, este desempeño destacado se debe al impacto multiplicador que han tenido las grandes inversiones en infraestructura llevadas a cabo por el gobierno federal como parte de su estrategia para estimular el desarrollo económico de la región.

Tanto el Tren Maya, para el cual entre 2020 y 2024 se habrán ejercido más de 515 mil millones de pesos; y el Corredor Interoceánico, que se concluirá en 2025, y cuyos recursos destinados serán superiores, han contribuido a que el sector construcción de la región sur registre crecimientos sorprendentes en comparación con sus valores prepandémicos, los cuales se estiman en un aumento de 102.5 %.

El mayor ritmo de crecimiento del sur, si bien liderado por el sector construcción, también se presenta en el resto de los sectores. Desde el primer trimestre de 2020, la región del sur ha crecido por encima del promedio nacional para todos los sectores, excepto el comercio.

Destacan el turismo y la agricultura (lo cual ya es una tradición), pero también las manufacturas y la minería. El efecto de este desempeño se refleja en el empleo; la población ocupada en el sector construcción en la región sur se habría incrementado 19.2 %.

El auge en la inversión privada en el sur comenzó a registrarse a partir de 2021 gracias a las políticas de promoción y al desarrollo de infraestructura. Según encuestas aplicadas por el Banco Central a nivel nacional, 12.9 % de las empresas ubicadas en el sur reportaron un incremento en su producción, ventas o inversiones debido al fenómeno de relocalización durante 2023-2024.

No obstante, no se puede soslayar que el sector manufacturero de la región sur aún enfrenta barreras que le impiden crecer a mayor escala. Se requieren mayores incentivos para crear un ambiente más favorable para atraer capital privado a la región.

Tanto el Tren Maya como especialmente el Corredor Interoceánico son cimientos formidables para desarrollar la economía del sur; sin embargo, la insuficiente conectividad logística y portuaria encarece el transporte de bienes y reduce la competitividad de las industrias locales.

Además, la falta de infraestructura industrial moderna afecta el flujo de inversiones en sectores clave como la manufactura avanzada. A esto se suma la falta de capacitación técnica en la mano de obra, un desafío crítico para atraer empresas que requieren personal especializado para operar en industrias de alto valor agregado; y hay que adicionar la alta informalidad en la economía del sur, donde más de 60 % de la población ocupada trabaja en la economía informal.

El sur del país ha mostrado tener potencial para dejar de ser la región más rezagada y cuyo crecimiento no dependa solo de las inversiones y gastos del gobierno, sino que compita con las demás regiones.

Sin embargo, para capitalizar estas oportunidades es fundamental continuar invirtiendo en mejorar las condiciones estructurales, reducir la inseguridad y promover una mayor formalización de la economía.

Si estos obstáculos se abordan adecuadamente, el sur de México podría convertirse en otro motor de crecimiento, contribuyendo significativamente al desarrollo económico nacional.