Mucha preocupación ha causado en el ámbito internacional el atentado que sufrió el domingo Evo Morales, expresidente de Bolivia, país que parece encaminarse a una descomposición mayor a causa, en parte, del pleito entre Evo y el actual presidente Luis Arce por el control del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).

Mientras escala el pleito entre Morales y su sucesor, la derecha avanza en reposicionarse para recuperar la presidencia, posiblemente en la siguiente elección si es que el MAS no logra zanjar sus hondas diferencias.

Hay que decir que el origen del diferendo estriba en buena medida en la obsesión de Evo Morales de haberse reelegido y ahora buscar nuevamente la presidencia de la República.

Por fortuna, Evo resultó ileso del atentado que sufrió en una carretera de Cochabamba; solo su conductor salió herido de bala, pero el asunto es muy grave por donde quiera que se le vea.

El expresidente responsabiliza al actual mandatario, quien de alguna forma ha puesto en duda el atentado y no han faltado personas que han deslizado la posibilidad de un autoatentado para incendiar más la pradera boliviana que está a punto de arder.

Este enredo se parece al que sucedió a mediados de este año cuando no quedó claro si lo que ocurrió fue un golpe de Estado o un autogolpe de Luis Arce que puso en riesgo la estabilidad nacional.

Ahora nuevamente resalta a nivel internacional el atentado en contra de Morales, quien no ha dejado el activismo político en su intento de regresar al poder, lo cual es un grave error.

Muchos gobernantes cometen el yerro de pretender reelegirse uno o más períodos, cuando lo que deberían de hacer es preocuparse por consolidar un partido propio (en Bolivia está el MAS) y formar cuadros propios sólidos con ideología firme, confiables y con madurez política que sean capaces de sacar adelante un programa de gobierno como la Cuarta Transformación en México, por ejemplo.

La división de la izquierda en Bolivia es visible y puede ser que el proyecto iniciado por Evo Morales llegue a su fin, entre otras cosas por su pretensión de reelegirse en la presidencia, cuando lo que debió de hacer era preparar a un sucesor que diera continuidad a su programa, como lo hizo el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Es una lástima que después de tanto luchar por llegar al poder la izquierda, lo pierda por las ambiciones personales de algunos personajes que no están preparados para hacer historia por su apego a los privilegios que les otorga la presidencia de la República, del país que sea, como todo parece augurar en Bolivia.

En ese tema es necesario recordar la astucia, cuando menos hasta ahora le ha resultado, de López Obrador que no buscó la reelección, pero preparó un cuadro (Claudia Sheinbaum, ahora presidenta de México) para que le dé continuidad casi al pie de la letra a su programa llamado Cuarta Transformación.

Además, Morena, el partido que fundó el propio López Obrador, parece unido hasta ahora y si no comete errores y no se divide, podrá retener la presidencia de la República en 2030, sin mayores problemas, sobre todo porque la oposición no da una y va de picada.

Si bien se está viviendo ahora una etapa de ciertas tensiones por la resistencia a la reforma al Poder Judicial de la Federación que generan algo de ruido, sobre todo en empresarios del extranjero, la presidenta gobierna con mano firme conforme al libreto heredado y con el control casi de todo.

Todo indica que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se debilita cada día y nada o poco podrá hacer para impedir que se concrete la reforma judicial, pues la aplanadora morenista avanza con sus planes, como estaba previsto desde que arrasó en las elecciones presidenciales y legislativas del 2 de junio pasado.

Picotazos. Ya se ha hablado antes en este espacio acerca de lo peligrosos que resultan a veces los períodos de transición de un gobierno a otro, sobre todo en los ámbitos federal y estatal, debido al vacío de poder que se genera durante la etapa de toma de posesión del gobernante entrante, ya que el saliente ya no tiene todo el poder y el sucesor no termina de tomarlo por completo hasta que asume el cargo. Es un poco lo que pasó con el asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez, ocurrido el domingo 20 de octubre en San Cristóbal de Las Casas. Se preguntan algunos: ¿Quién paga el costo político y quién se beneficia? Pero también son peligrosos los primeros días y meses de un nuevo gobierno porque los grupos de la delincuencia organizada buscan hacer sentir su fuerza para enviar mensajes a las autoridades entrantes. Ya se sabe que en Chiapas existen muchos grupos de ese tipo, por lo que es necesario que se ponga mucha atención para prevenir cualquier hecho que altere más las cosas… Ojalá que al club América no le afecte el problema en el que está metido su dueño por presuntos sobornos para transmitir tres mundiales de futbol. Aunque no sea necesariamente cierto, más de alguno sospecha que si a nivel internacional la empresa es capaz de pagar por tener los derechos de transmisión de partidos, con más razón puede intervenir para que su equipo sea campeón en México sea como sea. A ver si las llamadas Águilas no salen desplumadas por un autogol de su propietario… Mientras, las elecciones presidenciales en Estados Unidos se acercan cada vez más, ya que el 5 de noviembre está a la vuelta de la esquina. Los candidatos Donald Trump, del Partido Republicano y Kamala Harris, del Partido Demócrata que gobierna actualmente, siguen empatados técnicamente de acuerdo con encuestas que se publican en el vecino país. A menos que en los próximos 8 días aparezca algún hecho que cambie el rumbo, el resultado, que podría ser muy apretado, está en el aire. Fin