Viajando en la OCC
Motonetos: ¿el fin?
Historia de terror
Pizza y vino
“No me pondrán de rodillas”: Ricci
Respirar el aroma a eucalipto era un placer. Los asientos bien limpiecitos. Parece que estoy viendo a esos choferes de cabello bien moldeado con gel, corbata azul y camisa blanca, un tanto regordetes, pero amables.
La terminal de OCC estaba a una cuadra del icónico parque de Santo Domingo donde, entonces, la prostitución masculina no conocía límites. La satiriasis desenfrenada tocó el infierno.
Uno subía a los autobuses olorosos de color anaranjado y, dos horas y cachito después, ya estaba en San Cristóbal deleitando tacos al pastor con un buen tequila o una cerveza lager. Otros preferían pizza y vino. Imprescindibles las chamarras, sacos y bufandas debido al frío.
Viajar de noche avivaba nuestras utopías porque éstas son el primer paso a la felicidad. Domingo, de tardecita, teníamos que volver a Tuxtla para, el lunes, al ajetreo cotidiano. Admirar Navenchauc y su hermosa laguna no tenía precio. 82 kilómetros de curvas y belleza natural análoga a los Alpes Suizos.
¿En qué momento perdimos San Cristóbal? Creo que cuando empezaron a gobernar bestias en lugar de hombres porque materializaron la inmortal teoría de Freud: “Homo homini lupus (el hombre es lobo para el hombre)”. Antier se lo dije a propósito del crimen de Lupita, la niña de Berriozábal.
San Cristóbal ha sido gobernada por sujetos tortuosos que sólo llegaron al despojo y la rapiña, jamás se preocuparon en gestionar obras para el desarrollo de este pueblo mágico.
Antes, turistas estadounidenses, canadienses o los tuxtlecos podíamos disfrutar la vida en los andadores, restaurantes, iglesias y discotecas de San Cristóbal. C’est la vie.
La historia
1. Hace pocos días, el sacerdote Marcelo Pérez Pérez fue acribillado a balazos en un suceso traumático para todos, más allá de su polémica labor pastoral que quiso compararla a la de don Samuel Ruiz García.
El 22 de octubre, la Fiscalía General del Estado de Chiapas informó la detención de Edgar “n”, quien jaló el gatillo que le quitó la vida al padre Marcelo. Se logró mediante revisión de cámaras de seguridad, labores de inteligencia y testimonios.
Al finalizar los ritos del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco se refirió al padre Marcelo como un “fervoroso servidor del Evangelio” y deseó que su sacrificio “sea una semilla de paz y vida cristiana”.
¿Quién le daría las tarjetas informativas al Sumo Pontífice? Sin embargo, el doloroso caso del padre Marcelo se suma a una cadena sangrienta y criminalidad que parió el priismo, justamente en el gobierno de Marco Cancino González, eficaz esbirro del grupo que dirige Roberto Albores Gleason, actual diputado federal del PT.
Falange
2. Los Motonetos conforman una falange que nació en 2016 porque, rebasado por el cáncer del ambulantaje, Cancino creó este embrión sin imaginar sus consecuencias fatales.
Luego, de mente perversa como buen priista, Cancino aplicó la serendipia y obtuvo jugosas ganancias económicas de su creación. Sobrevino el terror, la impunidad.
Los Motonetos no sólo gobiernan San Cristóbal, sino además se disputan el comercio de droga y pornografía con otras pandillas. Por eso las balaceras son parte del día a día. Cobran derecho de piso, manejan el lenocinio, ofrecen seguridad a taxistas y ejercen de sicarios.
Y pueden darse el lujo de apalear al director de policía, así le pasó a Manuel Yáñez Gutiérrez, ex director de seguridad pública quien fue brutalmente golpeado en el barrio San Diego por una turba endiablada.
Ex presidiario
3. Los Motonetos nunca habían tenido tanto poder como con Mariano Díaz Ochoa, un priista de la vieja escuela vestido de ecologista que por tercera vez fue alcalde de San Cristóbal usando su amplia fuerza económica.
Díaz cayó preso tras gobernar San Cristóbal, en noviembre de 2011. Se le acusó de un peculado de 17 millones 362 mil 979 pesos, asociación delictuosa y ejercicio ilegal del servicio público.
Se sospecha que salió de prisión gracias al apoyo de Margarita Luna Ramos, a la sazón ministra de la Suprema Corte, originaria de San Cristóbal. A ella se le atribuyó, siempre, la protección a Díaz Ochoa. Luna duró 15 años en el cargo.
¿El fin?
4. “Señor, ten piedad de nosotros”, ruega una señora en el balcón de su casa mientras ve, cómo abajo, Los Motonetos perforan a tiros a un muchacho. Tiene un rosario en la mano izquierda. Desde luego “gobierna” Díaz Ochoa.
¿Llegó a su fin el imperio de Los Motonetos? Es posible, pues la alcaldesa Fabiola Ricci Diestel lanzó una advertencia sin rodeos, con una fuerte fragancia a legalidad y Estado de Derecho: “No me pondrán de rodillas”, dijo.
Ricci diseña un plan de seguridad apoyado por la Fiscalía General de la República y otras instancias gubernamentales cuyo reto es exhumar a esa banda asesina y devolver el orden a San Cristóbal.
A más delincuentes en prisiones, más tranquilidad en las calles.