El presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 1 de septiembre envió al Congreso su Sexto Informe de Gobierno y desde el zócalo capitalino informó al pueblo de México los logros obtenidos durante su mandato.
En seis años logró echar abajo el modelo neoliberal para dar paso al Humanismo Mexicano sobre el que se construyó la Cuarta Transformación, caracterizada por un nuevo régimen político que reconfiguró al Estado y la noción anquilosada de este, poniendo en el centro del interés público a las personas, particularmente a las más vulnerables en aras de reducir las desigualdades existentes.
Se dio paso al Estado de Bienestar con la finalidad de redistribuir la riqueza y los beneficios del desarrollo económico para hacer de la justicia social una realidad cotidiana. Basta señalar que desde el inicio de su gobierno cada mes salen de la pobreza 100 mil mexicanas y mexicanos. De 2018 a 2022 de acuerdo con el Inegi salieron de la pobreza cinco millones 100 mil personas, algo que no sucedía desde hace 30 años.
A diferencia de otrora, la brecha salarial se redujo, ya que como lo señaló el presidente, en el sexenio de Felipe Calderón un rico ganaba 35 veces más, ahora la diferencia disminuyó a 15 veces, y el salario mínimo aumentó 100 por ciento en términos reales, lo que no había ocurrido desde hace 40 años.
La política laboral ha sido por demás exitosa, no solo aumentó el ingreso familiar producto del alza al salario, sino que hoy México es el segundo país del mundo con menos desempleo.
Los pueblos originarios han sido visibilizados, reconocidos, valorados y respetados; se les han restituido sus tierras y agua, además de ejecutar en su beneficio sendos planes de justicia. Los pueblos yaquis en Sonora pueden dar un claro testimonio de ello, pues la diferencia entre un régimen y otro significa la restitución de 45 mil hectáreas.
Cumplió su compromiso día con día, el dinero público se utilizó en beneficio del pueblo. La creación del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado ha permitido ayudar en regiones marginadas del país donde 5 mil 708 comunidades se han visto beneficiadas. La austeridad republicana se convirtió en una realidad bajo el principio de que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre, así puso fin a los lujos, privilegios y dispendios a costa del erario y de la pobreza de las mayorías.
Andrés Manuel demostró que el desarrollo económico y social pueden avanzar por la misma ruta y de forma paralela. México está considerado como uno de los países más atractivos para invertir y hacer negocios; en lo que va de 2024 nuevamente alcanzamos una cifra récord en inversión extranjera directa. Durante estos seis años México se convirtió en el principal socio de Estados Unidos, desplazando a China y Canadá; y por primera vez en más de 50 años el peso no se ha devaluado, nuestra moneda ocupa el segundo lugar en el mundo en fortaleza con relación al dólar.
No es casualidad que, de acuerdo con el Inegi, la confianza social en el gobierno se incrementó en 132 % entre 2017 y 2023; y conforme a los datos de la OCDE, en materia de confianza de la sociedad en su gobierno, México ocupa el tercer lugar entre todos los países miembros.
Tenemos que reconocer que entre los muchos aciertos, la defensa del Estado laico ha resultado en un gobierno respetuoso de todas las religiones y de las personas no creyentes, lo que no impidió que durante su administración se fortalecieran valores morales, culturales y espirituales que han permitido la reconciliación nacional.
Sin tapujos, emprendió una abierta campaña contra el clasismo, el racismo y la discriminación, abriendo la puerta a la pluralidad y a la diversidad como nunca, sabedor de que la grandeza de México está en su pueblo. Por eso es que exaltó siempre la grandeza cultural de nuestro país y defendió la integración familiar en todas sus expresiones.
Demostró que se puede gobernar en beneficio de todas y todos los mexicanos sin aceptar recetas, modelos o agendas impuestas por organismos financieros internacionales.
Sabe bien lo que logró, por eso dijo con todas sus letras que “se hizo mucho entre todos y desde abajo. Es indudable que se avanzó en la revolución de las conciencias y se sentaron las bases para consolidar la nueva política denominada Humanismo Mexicano”.
El compañero de lucha, el amigo, el mentor, el mejor presidente de México se va tranquilo, porque entregará la banda presidencial por mandato del pueblo a una mujer excepcional, experimentada, honesta y de buenos sentimientos.
Se va con la frente en alto, porque sabe de cierto que se queda para siempre en el corazón del pueblo mexicano.