Adiós comida chatarra

A partir del próximo 29 de marzo de 2025 entrará en vigor la prohibición para la venta dentro y fuera de las escuelas del Sistema Educativo Nacional, de comida y bebidas chatarra conforme fue anunciado la semana pasada en la conferencia mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Estos alimentos pueden ser identificados, ya que en su etiquetado frontal están los sellos de advertencia, indicando que contienen niveles excesivos de azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sodio; además de especificarse en los lineamientos publicados en el Diario Oficial de la Federación el pasado 30 de septiembre y las guías alimenticias sobre cómo identificar en los que son producidos a granel que contienen un bajo nivel nutricional. Esta acción es la primera de gran relevancia de la actual administración por impulsar una cultura de prevención de la obesidad y para combatir los altos índices de obesidad infantil y juvenil.

Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Alimentación, hay 5.7 millones de estudiantes entre 5 y 11 años que tienen problemas de obesidad o sobrepeso y 10.4 millones de estudiantes entre los 12 y 19 años en la misma situación. Cerca de dos terceras partes, el 66 % de la población escolar, supera el límite máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud de ingesta de azúcares ultraprocesados. Adicionalmente, 7 de cada 10 escolares y 5 de cada 10 adolescentes son inactivos, es decir, hacen muy poco ejercicio, muy poca actividad física, según la Encuesta de Salud y Nutrición en Salud.

De acuerdo con la organización Mi Escuela Saludable, en el 98 % de las escuelas mexicanas actualmente se venden alimentos chatarra y el Instituto Nacional de Salud Pública encontró que aproximadamente el 40 % de los estudiantes en México compran alimentos dentro o en los alrededores de sus escuelas. Si lo que tienen al alcance son opciones no saludables, es probable que estos hábitos se arraiguen, aumentando su riesgo de obesidad y otros problemas de salud a largo plazo. Los estudiantes mexicanos en los últimos años comenzaron a consumir alimentos ultraprocesados debido a que ha existido una sobreoferta de estos productos. Las empresas que los comercializan se han valido de campañas publicitarias en distintos medios de comunicación y redes sociales para normalizar el consumo de estas mercancías, aun cuando está demostrado científicamente que son nocivas.

El escritor Italo Calvino, antes de morir, estaba escribiendo un libro de cuentos, en el que cada uno de los relatos tendría como eje alguno de los cinco sentidos del ser humano. La vida solamente le permitió escribir tres. Una de esas historias es la que da título al compendio titulado: “Bajo el sol jaguar”, que narra la historia de un hombre extranjero que junto con su mujer viajan a México, específicamente a Oaxaca. Al recorrer sitios turísticos y sobre todo al deleitarse con los platillos de nuestra gastronomía, es que van descubriendo una sabiduría vedada para ellos. Y es en Oaxaca donde hace unos días salió una nota denunciando que la comida chatarra ha desplazado a la comida tradicional en los últimos años.

Para que las tradiciones no mueran junto con ese conocimiento, es necesario que haya un cambio de conciencia respecto a la forma y sobre todo cómo queremos que se alimenten los estudiantes mexicanos. Algunos deterministas se han atrevido a mencionar que la infancia es destino, lo que sí es cierto es que cualquier hábito adquirido durante la niñez es muy difícil ser cambiado en la edad adulta.

No es una opción seguir permitiendo que se les ofrezcan alimentos dañinos a los niños y jóvenes en las escuelas; es absurdo que mientras en las aulas se imparten talleres y pláticas respecto a la importancia de comer saludablemente, por intereses económicos a muy pocos metros de distancia se les oferten alimentos basura. Los lineamientos que entrarán en vigor prohíben la venta en los alrededores de las escuelas de alimentos poco nutritivos. Convertir a las escuelas en espacios para la promoción de prácticas saludables es la apuesta de este Gobierno. Somos lo que pensamos, hacemos y comemos, por ello una alimentación saludable puede ser un paso que nos permita convertirnos en una sociedad más sana.