Cae el telón de los tiempos de Andrés Manuel López Obrador en el poder. Figura central en la vida pública del México del presente siglo, obstinado luchador social, vencedor del sistema político, quien 12 años después de haberse declarado presidente legítimo en el Zócalo capitalino, asumió finalmente como presidente constitucional, declarando: “El modelo económico neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país, no tengo derecho a fallar, aunque me dejaron un país en ruinas”.
Ahora concluye López Obrador su mandato, declarando: “El país estaba dominado por la corrupción y ahora hemos limpiado el gobierno de arriba hacia abajo”. “La estrategia de abrazos no balazos, ha dado frutos, ya que hay menos masacres y estamos trabajando para pacificar al país sin el uso excesivo de fuerza”. “Hemos recuperado la soberanía energética, ya no dependemos tanto del extranjero y estamos avanzando con proyectos como Dos Bocas y la modernización de las refinerías”. “México tiene una política exterior de respeto y no intervención, lo que nos ha permitido mantener relaciones cordiales con todos los países”.
El implacable juicio del epílogo sexenal destaca la primera, la más controvertida y trascendente decisión presidencial: cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México -NAIM- con más del 30 % de avance, un vanguardista hub internacional, sustituyéndolo por el AIFA, lo que además generó alarma a la inversión externa.
La deuda pública que permanecería inamovible, se elevó a niveles superiores a 16 billones de pesos. El 4 % ofrecido de crecimiento anual del PIB, apenas promedió 0.9 %. El precio de la gasolina se incrementó sobre 20 %. Los homicidios dolosos casi llegaron a 200 mil. Ayotzinapa continúa siendo un enigma, sin víctimas ni victimarios.
Obviamente, sería un disparate comparar el sistema de salud con el de Dinamarca. Las relaciones cordiales con todos los países excluyen a las naciones puestas “en pausa” como España.
López Obrador se retira a su rancho en voluntario ostracismo, escribirá, meditará, reflexionará, “no quiero ser caudillo, jefe máximo, ni mucho menos cacique”. Este ilusorio propósito difícilmente se materializará, ¿en verdad AMLO podrá desprenderse del poder y enclaustrarse en su provinciano rancho de pintoresco nombre, desentendiéndose del acontecer nacional? ¿se desvinculará del avance de obras inconclusas, proyectos pendientes y relaciones personales? ¿ignorará las decisiones asumidas por su sucesora? ¿se alejará del rumbo de la 4T? Hay que ser realistas, AMLO seguirá siendo AMLO.