El optimismo que no es

La semana pasada, en el marco de su reunión anual, el Fondo Monetario Internacional mantuvo las expectativas de crecimiento mundiales para este año y para el siguiente, en 3.2 %. Para Estados Unidos, todavía la economía más grande del mundo, la expectativa es crecer 2.8 % este año y 2.6 % en 2025.

El Fondo recortó el crecimiento esperado para México a 1.5% y a un 1.3% el año que viene. Vale la pena recordar que, dado su tamaño absoluto, las economías con productos menores deberían crecer a una tasa mayor que las más grandes, únicamente para mantener cierta esperanza de convergencia.

Por esto, si México en algún momento quiere alcanzar un mejor estado de desarrollo, que en sí mismo es un término relativo, debería crecer a una tasa más alta que aquella a la que crecen las economías más grandes.

Si bien el crecimiento que el Fondo Monetario espera para este par de años se mantiene estable, los riesgos a los que hace referencia el organismo no parecen ordinarios.

No solo se habla a lo que habitualmente se podría esperar, como el manejo de la política fiscal en países como México o el tamaño de la deuda en economías como la norteamericana, sino que se habla conflictos sociales, violencia y eventos de clima extremo.

Desde luego, el impacto de estos eventos será distinto en cada economía y el crecimiento estimado de 3.2 % podría ajustarse pronto a la baja en caso de que cualquiera de estos escenarios se empiece a materializar.

En lo tocante a México, el Fondo reitera la importancia de un plan creíble de consolidación fiscal y sugiere un replanteamiento del gasto. El año terminará con déficit público, en su métrica más amplia, cercano a 6 % del PIB.

Lejos está ya la idea presentada en los precriterios de política económica en abril de disminuir dicho déficit a la mitad. No es viable llevar a cabo un ajuste de esa magnitud y mucho menos hacerlo en un momento de desaceleración evidente como el que ya vive la economía mexicana, el freno sería demasiado abrupto y supongo que poco conveniente en términos políticos. El Fondo recomienda redirigir gasto a infraestructura, salud y educación.

Sin embargo, a pesar de las recomendaciones del Fondo y lo que en efecto se presente en el paquete económico, a más tardar el 15 de noviembre, el problema está en que las reformas que ya se han llevado a cabo y las que están en camino distan de ser amigables para el crecimiento. Si el país no crece la sostenibilidad fiscal, entre otras cosas, se torna mucho más complicada.

El Fondo intenta mantener cierto ánimo optimista. Mantiene estimados de crecimiento globales estables para este año y el próximo haciendo ajustes específicos importantes en ciertas economías. Pero la conversación iba en un sentido distinto.

Giraba más sobre los riesgos y en el potencial de que los equilibrios se rompan en el corto plazo por la incertidumbre política en Estados Unidos, el papel de China y el posible escalamiento de conflictos internacionales.

Falta poco para que termine el año, pero serán semanas con alto grado de incertidumbre. Por lo pronto el Fondo muestra lo que tiene, un optimismo que no es.