Entre industrias, emerge la Pirámide de Tenayuca
La Pirámide de Tenayuca emerge entre industrias y casas. Cortesía

La Pirámide de Tenayuca emerge entre industrias y casas, considerándose hoy como el templo mayor más grande que se conserva en el país, señaló la arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Beatriz Zúñiga Bárcenas, responsable de esta zona arqueológica.

En medio de la zona urbana, pese a la densidad de la población, muchos desconocen que a unos pasos de Vallejo y de Valle Ceylán está una de las pirámides más importantes de la cultura mexica. Con más de 18 metros de altura y un cuerpo piramidal que ocupa un área de 5 mil 100 metros cuadrados, el Templo Mayor de Tenayuca se calcula que fue construido para el culto solar hacia el año 1250, en el siglo XIII, por Xólotl, dirigente chichimeca, 250 años antes de la llegada de los españoles a América, mencionó la arqueóloga en un recorrido realizado con El Universal.

La Pirámide de Tenayuca, erigida para rendir un culto paralelo a Huitzilopochtli —dios de la guerra— y a Tláloc —dios del agua—, hoy en día permanece como el templo mayor más completo, “y es extraordinario que se conserve en esta magnitud”, puesto que es más grande que los de Tlatelolco, Tenochtitlán —que fue el más importante, pero que en su mayoría fue destruido— y el de Teopanzolco, en Morelos, señaló Beatriz Zúñiga. Investigadores han señalado que la Pirámide de Tenayuca fue el antecedente arquitectónico del Templo Mayor de Tenochtitlán; no obstante, la arqueóloga del INAH reiteró que lo extraordinario de esta zona arqueológica es su preservación.

Tratándose de una estructura con dimensiones de 75 metros de oriente a poniente y 68 metros que van de norte a sur, con una escalinata doble de 62 peldaños, así como cerca de 200 serpientes, que forman parte de este observatorio astronómico prehispánico, mismo que tuvo siete etapas, es decir, hubo al menos seis pirámides previas, una encima de la otra y cada vez de mayor tamaño.

Lugar amurallado por serpientes

Tenayuca, cuyo significado es “lugar amurallado”, se caracteriza por su coatepantli o muro de 43 serpientes cascabel en el costado norte, 50 en el oriente y 45 en el sur de la pirámide, que rodean este templo mayor. Víboras que estaban pintadas en color azul verdoso, con escamas en líneas negras. Además de decenas de serpientes esculpidas en piedra, incrustadas en los muros de la pirámide; todas ellas similares pero con características propias que las hacen diferentes. Hay dos enormes: Xiuhcóatl o serpientes de fuego enroscadas, ubicadas en dos altares dispuestos a los costados de la gran pirámide.

El Templo Mayor de Tenayuca permaneció oculto bajo tierra, parecía un cerro de tierra hasta 1925, año en que inició la exploración de arqueólogos que fueron descubriendo la estructura piramidal en una zona que hace 100 años eran terrenos desolados y alejados, de donde se extraían piedras.

Museo de sitio

La Zona Arqueológica de Tenayuca cuenta con un interesante museo de sitio, donde además de documentar cómo era este templo mayor con sus dos pirámides para Tláloc y Huitzilopochtli, cuenta con distintas piezas como una cabeza de Xólotl, otra de la diosa del maíz, escudos chimalli y pinturas de Aristeo Garduño.

También la “Caja de los años o de los siglos”, en la que los antiguos pobladores enterraban ofrendas en las ceremonias del “Fuego Nuevo”, que realizaban cada 52 años, “porque creían que el mundo iba a terminar en esos días”, apuntó la arqueóloga Beatriz Zúñiga.

“La gente debe venir al lugar desconocido por muchos, porque así pueden participar en su cuidado”, resaltó la arqueóloga del INAH.