En México, la violencia de género es una herida abierta que desangra a la sociedad. Las víctimas quedan atrapadas en un ciclo de abuso y revictimización que solo parece romperse cuando sus casos se vuelven virales.
Cada historia muestra una brutalidad desmedida: el 1 de noviembre, Alejandra Rivas y su pequeña hija, de apenas un año, fueron encontradas sin vida, en un acto de violencia extrema que sacudió a todos.
Melanie también sufrió una agresión terrible a manos de Christian de Jesús, quien la golpeó públicamente hasta que su video recorrió las redes, empujando a las autoridades a emitir una alerta migratoria para detenerlo.
En la crudeza de la vida cotidiana, las mujeres que intentan denunciar se enfrentan a un sistema que, lejos de protegerlas, las revictimiza. ¿Se está realmente avanzando en la protección de las mujeres en México? ¿O esta justicia mediática es solo una cortina de humo para encubrir la falta de protocolos y recursos efectivos?
Al conmemorar el Día Internacional Contra la Violencia hacia la Mujer este noviembre, es vital preguntar si está generando una falsa sensación de seguridad, una justicia ilusoria que solo se activa cuando los casos se vuelven virales y las redes sociales gritan con la fuerza que el sistema legal no tiene.
La violencia de género y familiar en el país es una realidad abrumadora. Según la Endireh, aproximadamente el 70 % de las mujeres mayores de 15 años en México han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Diez mujeres son asesinadas cada día en México, y los refugios para víctimas reciben anualmente a más de 24 mil personas, incluyendo a los hijos de mujeres que buscan escapar de una vida de maltrato constante.
Este mes no puede aceptar que el sistema solo responda cuando la violencia se vuelve espectáculo; no puede permitir que la lucha de las mujeres en México dependa de que sus casos sean o no mediáticos. Cada número en las estadísticas representa una vida, una historia, una persona que ha perdido algo irreparable.
Conmemorar este día debe ser más que una reflexión; debe ser una llamada a la acción real. Porque mientras se siga siendo una sociedad que solo responde cuando las redes hablan, la justicia seguirá siendo una fantasía para miles de mujeres. Es obligación de todos recordar que el cambio solo será real cuando la violencia deje de ser parte del día a día y cuando cada mujer, sin importar su circunstancia, pueda vivir con la certeza de que el sistema está ahí para protegerla.