¿Qué futuro tiene la oposición en México?

Después de la elección la oposición sigue en la lona. Su capacidad de respuesta ha sido nula. El panorama parece poco alentador: jugarán un papel testimonial. Los errores se pagan caro, el no abrir las candidaturas a la ciudadanía y perpetuar a los de siempre terminó por causarles efectos negativos.

En la democracia siempre será necesaria la oposición, la pluralidad fortalece a la República. Pero, ¿Qué futuro tiene la oposición en México?

El PRD empezó su declive desde que fue en contra de sus principios. Nació como un partido opositor al régimen priista y su alianza con el PRI y el PAN lo desdibujó desde el llamado Pacto por México, en ese momento se convirtió en una franquicia que daba candidaturas a grupos que estaba al frente de la dirigencia.

El PRI sigue los pasos del PRD, pero su pasado autoritario es la cara que hoy muestra a la sociedad. Alejandro “Alito” Moreno, terminó por imponerse en el partido. Reparte espacios y candidaturas a sus allegados. El camino de este partido encontrará fin en las elecciones de 2030.

Movimiento Ciudadano ha logrado crear una aparente diferenciación del resto de los partidos de oposición, ha obtenido triunfos regionales que poco se han replicado en el resto del país y parece ese será el comportamiento electoral que mantendrá.

El PAN sigue el camino del PRD y del PRI. Su historia le ayuda a mantener su voto, pero tiene dos riesgos: primero, que la llamada “marea rosa” se convierta en un nuevo partido político que divida el voto de la derecha; segundo, que Jorge Romero sea electo como presidente de dicho instituto, sería repetir el error del PRI con “Alito” y el PRD con “los Chuchos”: tener al líder de un grupo de amigos que serían los únicos beneficiados. No darle la oportunidad a un dirigente con rasgos territoriales tiene un alto riesgo.

Este partido se convertirá en una franquicia que beneficiará a los “amigos de Jorge” igual que hizo Marko Cortés quien, a pesar de perder todo, se colocó en el número uno de la lista plurinominal para el Senado. En 2036 el partido podría firmar su acta de defunción. Todo depende de quién sea su nuevo dirigente.

La oposición partidista tiene poco futuro, los líderes de los partidos se centrarán en mantener sus cotos de poder, por ello la lucha férrea para conservar las dirigencias. Poco, parece, han logrado entender de la nueva configuración del régimen político en México. Las relaciones de poder tendrán una nueva mecánica.

Están perdidos en el discurso-espejo de acusar de dictadura a los de enfrente cuando ellos eligen a sus dirigentes con acuerdos cupulares, borrando la participación de sus militantes; critican la sobrerrepresentación cuando sus dirigentes se han perpetuado en las listas plurinominales sin ganar nunca una elección.

La única opción de oposición surgirá de la sociedad civil, pero será un proceso lento. Quizá cuando la vieja oposición este feneciendo una nueva organización ciudadana surja. Mientras tanto los contrapesos vendrán de la academia, la cultura y el periodismo.

Se está viviendo la construcción de un nuevo sistema político y lamentablemente la oposición partidista esta contra la pared defendiendo sus espacios de poder y perpetuando a los de siempre. Habrá que preguntar: ¿Qué papel jugará la sociedad civil de cara a los cambios políticos que se viven? Aquí puede estar el contrapeso que necesita toda República.