Momentos después que las aguas torrenciales irrumpieran por la puerta de su casa, Mari Carmen Pérez recibió un mensaje de texto de alerta de las autoridades regionales españolas advirtiéndole sobre la posibilidad de inundaciones repentinas.
Para cuando el teléfono de Pérez vibró, el agua ya había inundado su cocina, sala y baño, obligando a ella y a su familia a huir hacia el piso superior.
La limpiadora de 56 años del barrio de la Torre en Valencia, fue una de las afortunadas. Más de 150 personas murieron, muchas atrapadas en vehículos o en la planta baja de sus casas, cuando los cauces de los ríos alimentados por la tormenta rompieron sus orillas y arrasaron docenas de localidades en las afueras del sur de la ciudad de Valencia.
El enorme número de muertos, que fácilmente convierte estas inundaciones en la peor catástrofe natural en España en la memoria viva, ha suscitado preguntas sobre cómo esto pudo suceder en un país de la Unión Europea que destaca en seguridad pública.
Al tiempo que los rescatistas continuaban sacando cuerpos del barro y los escombros el jueves, también comenzó a crecer la ira entre las familias y amigos que lloran a los seres queridos perdidos y muchos más miles cuyos medios de vida han sido destrozados por el diluvio. Los pobladores salieron en busca de suministros básicos, con sus autos arruinados y las calles intransitables debido al barro y los escombros
El gobierno regional valenciano está siendo criticado por no enviar advertencias de inundación a los teléfonos móviles hasta las 8:00 de la noche del martes, cuando las inundaciones ya habían comenzado en algunos lugares y mucho después que la agencia nacional de meteorología emitiera una alerta roja indicando lluvias intensas.