Tehuantepec revive cómo salvó patrimonio
Las réplicas, así como el miedo a que colapsaran las edificaciones, llevó a mucha gente a aceptar que sus viviendas fueran demolidas. Cortesía

Después de cinco años del terremoto de 8.2 grados que devastó Oaxaca el 7 de setiembre de 2017, particularmente a la región del Istmo, y que dañó más de cuatro mil viviendas y templos de Santo Domingo Tehuantepec, la otrora capital del reino zapoteca se enfila a recuperar el esplendor perdido mucho antes del sismo.

Actualmente, Tehuantepec se encuentra al 70 % de su recuperación, de acuerdo con autoridades municipales y del ámbito cultural. Además es la única ciudad que capitalizó la tragedia para recuperar su patrimonio arquitectónico, revalorando el modelo tradicional, pues también fue la única que tenía un registro puntual de sus edificaciones.

De las 300 viviendas, monumentos funerarios y templos con valor patrimonial que Tehuantepec tenía registrados y avalados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un catálogo, 225 sufrieron daños; de estos, 65 fueron rescatados en su totalidad gracias a la intervención de la Fundación Alfredo Harp Helú, a través de su Taller de Restauración y 33 más se levantaron con recursos federales mediante el INAH, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) y el Programa Nacional de Reconstrucción.

Gracias a esfuerzos federales se ha logrado recuperar 10 templos de un total de 14, y el ex convento dominico. Los cerca de 100 inmuebles restantes esperan que haya recursos y nuevas inversiones, públicas o privadas.

Respuesta inmediata

Luis Díaz Jiménez estaba al frente de la recién creada Dirección del Patrimonio Edificado del Ayuntamiento de Tehuantepec cuando el terremoto sacudió el Istmo aquel 7 de septiembre del 2017. Su primera reacción, recuerda, fue correr a verificar los edificios con más de 100 años de antigüedad, como los templos y el ex convento dominico que data del siglo XVI.

A cinco años de distancia, está convencido que tener un catálogo de las edificaciones antiguas ayudó a dar claridad sobre las primeras acciones a realizar tras el sismo, así que esa misma noche dio parte al INAH de los daños al patrimonio arquitectónico en la localidad.

Al tercer día, además del INAH, en Tehuantepec ya estaba instalado personal del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), la Facultad de Ingeniería de la UNAM con su voluntariado, así como la Fundación Harp Helú.

Para entonces, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ya había visitado muchas de las viviendas afectadas y las había marcado con aerosol de color rojo, inscribiendo en sus paredes una palabra desalentadora: demolición. Al ver aquello, Díaz Jiménez, el personal de la fundación e integrantes del Colegio de Arquitectos de Tehuantepec definieron una estrategia inmediata para intentar detener el daño al patrimonio edificado.

Su primera acción fue realizar un trabajo de convencimiento a los dueños de las viviendas, explicarles el valor de las edificaciones, las razones para reconstruirlas y que recibirían el apoyo del Gobierno Federal para ello.

Pero para ganar tiempo ante las demoliciones que ya habían comenzado, idearon colocar sobre los dictámenes de “demolición” de la Sedena unos sellos con el logo del INAH y grafiteaban en las distintas fachadas la frase: “No demoler. Esto es patrimonio”; fue así que se obligó a la maquinaria a no intervenir dichas construcciones y alejarse de la zona. A pesar de ello, se perdieron por demolición 15 viviendas con valor histórico.

“Recuerdo que al tercer día, el encargado que envió Gobernación me dijo: ‘tienes 24 horas para rescatar tus casitas’. Traían la encomienda de tirar y de limpiar todo. Afortunadamente teníamos un plan. Cuando vimos lo que se pretendía, actuamos en conjunto. La primera casa que rescató la fundación fue una que se ubica en el barrio Guichivere. Aquí grafiteamos la anotación de demolición que puso la Sedena, después remarcamos que era patrimonio y cuando la maquinaria del gobierno vio aquello, determinó no intervenir porque estaba en revisión. Así fue como ganamos tiempo y salvamos muchos edificios”, narró Luis Díaz Jiménez, quien todavía continúa al frente de la Dirección del Patrimonio Edificado de Tehuantepec.

Por supuesto, agrega, las réplicas del terremoto, así como el miedo a que colapsaran las diversas edificaciones llevó a mucha gente a aceptar que sus viviendas fueran demolidas.

“Eso fue una reacción natural del miedo”, rememora.

De 14 templos afectados en la localidad por la fuerza del terremoto, a cinco años ya están completamente restaurados 10 iglesias, las de los barrios Laborio, San Jerónimo, San Jacinto, Bixana, San Sebastián, Cerrito Chucuini, Santo Domingo de Guzmán, Catedral de San Pedro, Guichivere y Jalisco. Mientras que siguen pendientes los templos de San Juanico, Santa Cruz, Lieza y Santa María, pues aunque esta última no sufrió grandes daños, sí requiere de distintos trabajos de mantenimiento.

La supervisión de la reconstrucción estuvo a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia y la ejecución de las obras estuvieron divididas entre la Fundación Harp Helú y el Instituto del Patrimonio Cultural del Estado de Oaxaca.

Por lo que se refiere al ex convento dominico, que es una de las principales joyas arquitectónicas del Istmo, las autoridades reportan también un avance del 70 % y señalan que aunque la recuperación ya se logró y la construcción está fuera de riesgo, aún no terminan los trabajos.

La primera etapa de la reconstrucción del inmueble será entregada este mismo mes y comprende el acceso principal, conocido como sala profundis, así como el comedor, la cocina, el patio central y la capilla o sacristía del templo de Santo Domingo.

Estos espacios podrán ser ocupados para diversas actividades culturales, como exposiciones, conciertos y presentaciones.

En medio de los trabajos de recuperación, el equipo de restauradores encontró varias capas de frescos que van del siglo XVI al siglo XVIII.

En una de las pinturas se ilustra a un fraile con su ropaje, dicen que podría ser el papa Gregorio; además se descubrieron escenas de la vida cotidiana de Tehuantepec, así como varios confesionarios.